Despertó la "generación dorada", Chile 4 Japón 0

Estadio Morumbí de Sao Paulo

No es para volverse loco, pero podría ser efecto bisagra en la tremenda decepción de los  aficionados chilenos, cuando principalmente por exceso de confianza la selección chilena de fútbol despilfarró su clara opción de asistir a un tercer Mundial consecutivo. 

Tal como cuando a los hijos se les perdona todo, esos mismos hinchas tras este debut en Copa América y en suelo paulista, puede que se olviden de los brotes de indisciplina, egos y conflictos internos en el plantel, que nos dejó sin ir a la fiesta en Rusia 2018.

Hoy con un recuperado Alexis Sánchez, la incorporación de unas cuantas caras nuevas como Guillermo Maripán y al final el "Torta" Opazo, el "equipo de todos" se mostró enormemente superior a los hijos del sol naciente y Chile triunfó por 4-0. Pero calma y tiza. Japón, invitado a esta Copa América lo mismo que Qatar, trajo a Brasil un equipo formado en su mayoría por jóvenes de proyección, quienes ayudaron al cometido del adversario con su impericia y a ratos hasta su marcada ingenuidad.

Así y todo a los nuestros les costó abrir la cuenta. Erick Pulgar, el más saliente de las incorporaciones como titular, porque él ya había estado en el proceso encabezado por Reinaldo Rueda, puso de cabeza el 1-0 cerca del fin del primer tiempo, mientras que a poco de haber empezado el segundo lapso Eduardo Vargas con la ayuda de un rebote en un adversario estiró las cifras. A los 82 minutos de juego vino un tanto muy esperado por las aflicciones que había padecido su autor entre lesiones y nivel bajo en su club, el Manchester United, cuando Alexis Sánchez marcó también de cabeza y un minuto después ante brillante  entrega del propio Alexis, Vargas consiguió el cuarto tanto. 

Las malas lenguas dicen que el DT colombiano de la selección nacional quién había descartado el regreso de Eduardo Vargas, uno de los máximos goleadores chilenos de todos los tiempos, tras ponerlo en lista negra por indisciplina, ante la falta de recambio lo perdonó y el afectado le respondió con creces.

Todo bien, pero a no sobrevalorar el triunfo. El adversario pagó tributo a su inexperiencia y a ratos hasta de una especie de pánico escénico, al punto de perder varias veces goles inminentes en la misma boca del arco.

Ahora nos toca Ecuador y luego Uruguay. Por lo menos el debut de Chile, usando la propia terminología habitual de los futbolistas, sirvió para "tapar bocas".  

Asumo mi condición de uno de muchos culpables en la materia, porque nada nos devolverá la ilusión truncada del sueño mundialista 2018.

Si Chile en aquellas clasificatorias hubiera jugado en el 0-3 frente a Paraguay y en calidad de local, además, con la mitad de la garra y el amor propio de esta noche, otro gallo hubiera cantado y el tercer Mundial seguido hubiera sido posible. Pero vale aquí una vieja e indesmentible frase: nada se saca con llorar sobre la leche derramada. Mejor mirar hacia el futuro, con alguna dosis de esperanza.