Hay viejas
tradiciones en que incluso se involucra a “las brujas” de Talagante, ciudad
agrícola, alfarera y textil situada a solo 35 kilómetros al sudoeste de
Santiago.
El nombre
del apacible lugar proviene de la expresión en lengua quechua, talacanta, que significa
lazo del hechicero.
Con 60 mil
habitantes para algunos, 80 mil para otros, será el actual Censo Nacional de
Población el que nos dirá la realidad dentro de poco.
Estuve en
Talagante el pasado sábado, por una causa deportivo-radial.
El director
de Radio Manantial de esa localidad, mi amigo por tantas décadas, Carlos
Valenzuela, me hizo el honor de convocarme para un partido de fútbol que dentro
del marco de esta actividad en el país pudo haber pasado inadvertido, pero que
para la provincia y la región era vital y muy trascendente.
El club
Provincial Talagante, actual puntero absoluto del grupo norte de nuestra Tercera División,
enfrentaba por Copa Chile al recientemente consagrado campeón de la Primera B, San
Marcos de Arica, en disputa de dos partidos en que se sobrevive o se desaparece
del certamen.
La Copa
Chile se asemeja a otras en diversas latitudes, debido a que se entremezclan
elencos de Primera, Segunda y Tercera División, con iguales opciones, las que
en la práctica por cierto se ven minimizadas ante la categoría muchas veces
inmensamente superior de los adversarios.
Debido a
esta situación, me vi felizmente envuelto en una realidad bonachona, campesina
y de agradable clima humano, que tuvo como punto de partida un estremecedor almuerzo
en un restaurante del centro de Talagante, ideal para compartirlo con largueza
y luego dormir una siesta, pero exagerado para quienes minutos más tarde debíamos relatar
fútbol.
En todo
caso “la muestra” sirvió para que imaginemos alguna futura visita a Talagante, con
la familia, sin premura y sin obligaciones inmediatas, en que el apetitoso bife
y la colosal sopa no deban ser engullidas reloj en mano.
Luego llegó
la fiesta del deporte más popular. David contra Goliat, Provincial se plantó
hidalgamente frente a su calificado rival, pero pronto recibió la primera
estocada, un gol que pese a mi compromiso con los auditores locales, tuve que
relatar con fervor debido a que nos estaban retransmitiendo por una emisora de
Arica, la puerta norte de nuestro país, situada a más de dos mil kilómetros de
distancia.
Para colmo,
en el segundo tiempo las esperanzas talagantinas se vieron todavía más
acechadas debido a que la visita aumentó la cuenta, situación luego aminorada
en parte por el descuento local.
En suma,
ganó San Marcos por dos goles contra uno, quedando con la primerísima opción de obtener la llave en
la revancha en suelo ariqueño este miércoles de noche, en que de haber algún
gol de Talagante, mi colega de Radio Puerta Norte seguramente disimulará su
natural predilección por los de casa, debido a que esa vez será Radio Manantial
la que se colgará de la transmisión de la emisora amiga.
Regresé a
la capital cargado de buenas vibras y con el agrado de haber vivido la realidad
distinta del fútbol de menor rango, pero lleno de valores de confraternidad,
encanto, respeto al adversario y un público que tras el pitazo final se dirigió
a sus casas sin enfado y sin desmesurada amargura, porque naturalmente un
resultado deportivo no tiene por qué cambiarnos la vida, sobretodo en el
Talagante de la sonrisa fácil y la mano cordial, que se enlaza a la nuestra con
auténtica amistad.
FIN DE UNA ESPERANZA
En la revancha disputada a mitad de semana en Arica, Provincial Talagante logró vencer a San Marcos espectacularmente por 5 a 4, pero cayó en definición por penales.
Fue en todo caso una digna actuación de un equipo de serie menor, ante la máxima potencia actual de la Primera B, o Segunda División Profesional.