Los que han seguido en el tiempo este blog, saben que no soy católico, pero acompañando a veces a mi señora a misa, me pongo observador. Y en ese ámbito hablaré hoy de un sacerdote que, a mi juicio, ha hecho una gran labor, partiendo de cero.
No conozco personalmente al Presbítero Enrique Andrés Opaso Valdivieso (no es error...es Opaso con letra ese), pero sí su intenso trabajo al frente de la Iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles, en el balneario de Reñaca, en la zona norte de Viña del Mar.
Era una iglesia chica, muy en desacuerdo con el progreso demográfico de la localidad. Entonces, se hizo cargo el Padre Opaso. Consiguió auspiciadores para su campaña de remodelación y sobre la base de colocar menciones comerciales en letreros adosados al recinto, reunió cemento, pintura, madera y todo tipo de materiales de construcción, amén de mano de obra y mística, para construir un verdadero anfiteatro, cómodo y grato al cabo de los meses, que reemplaza el estrecho espacio de antes, para las celebraciones litúrgicas.
También obtuvo de parte de los más pudientes vecinos de Reñaca, una importante contribución destinada a la reconstrucción del templo, sobre la base de colocar en el respaldo de los asientos de la iglesia, los nombres de los deudos fallecidos de los donantes, lo que no significa que esos asientos estén reservados para aquellas familias.
Aparte de ello, con sus prédicas humanas y sencillas, con voz y tono coloquial y también enmarcado en un fino humor, el Padre Opaso ha conquistado día a día mayores adeptos y ya no solo acompañan sus ceremonias los habitué de siempre, sino mucha gente que viene desde diferentes sectores de Viña del Mar, Valparaíso y otras ciudades,a "vivir" las misas a Reñaca.
Convencido que no se necesita dilatar en demasía una misa, si ella es de calidad, acortó en gran medida la duración de la misma, que en un momento llegó hasta los 25 minutos solamente, pero pareciera que algún superior no gustó de que fuese tan breve y ahora está alargada a unos 35 minutos, de todos modos más corta que cualquier otra.
Sin embargo, en ese relativamente breve espacio de tiempo, el Presbítero Opaso logra con sus palabras dichas en tono de persona común, una identificación con los asistentes que resulta conmovedora, sobre todo cada 19 de mes en que la celebración de San Expedito, "el Santo de las Urgencias", congrega a multitudes no tan solo en el recinto de la Iglesia, sino en sus alrededores, provenientes de los más recónditos lugares y de todas las condiciones sociales, imbuidas de una fe enorme. Otro importante mérito del padre Opaso, es que se aleja del hablar grandilocuente o, por el contrario, aquel tan monótono con tonos lastimeros, que podríamos llamar "voz de sacerdote".
San Expedito, un Santo hasta cierto punto desconocido hace unos años, ha sido el caballo de batalla del Padre Opaso(dicho en el mejor sentido de la frase), para crear en su torno unción y devoción.
Para los creyentes, esta invocación mensual a San Expedito, con menciones también en todas las misas semanales, ha sido un encuentro llamativo con la convicción más profunda y la fe más intensa.
En Semana Santa, también con apoyo de diversas entidades, mencionadas en las ceremonias, Opaso organiza el Vía Crucis y la misa de Gloria en la playa, adonde acuden miles de fieles con hondo recogimiento, en un marco de luminosidad por velas y enorme calor humano.
Claro que todo este quehacer del Padre Opaso no ha estado libre de detractores. Que la Iglesia no se debió ni se debe prestar para auspicios comerciales, que ello va contra las bases de la fe, qué... qué... qué..., pero si no hubiera sido así, jamás Reñaca habría contado con una Iglesia renovada y cómoda, ni con ceremonias de la alcurnia y asistencia masiva como aquella mencionada Semana Santa en la playa.
NOTA:
Estos pensamientos parten de mi convicción en el sentido que para las personas impregnadas de una determinada fe, el buen encausamiento de sus creencias es un camino correcto y no tienen relación, por cierto, con mis propias creencias o carencia de las mismas.
No conozco personalmente al Presbítero Enrique Andrés Opaso Valdivieso (no es error...es Opaso con letra ese), pero sí su intenso trabajo al frente de la Iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles, en el balneario de Reñaca, en la zona norte de Viña del Mar.
Era una iglesia chica, muy en desacuerdo con el progreso demográfico de la localidad. Entonces, se hizo cargo el Padre Opaso. Consiguió auspiciadores para su campaña de remodelación y sobre la base de colocar menciones comerciales en letreros adosados al recinto, reunió cemento, pintura, madera y todo tipo de materiales de construcción, amén de mano de obra y mística, para construir un verdadero anfiteatro, cómodo y grato al cabo de los meses, que reemplaza el estrecho espacio de antes, para las celebraciones litúrgicas.
También obtuvo de parte de los más pudientes vecinos de Reñaca, una importante contribución destinada a la reconstrucción del templo, sobre la base de colocar en el respaldo de los asientos de la iglesia, los nombres de los deudos fallecidos de los donantes, lo que no significa que esos asientos estén reservados para aquellas familias.
Aparte de ello, con sus prédicas humanas y sencillas, con voz y tono coloquial y también enmarcado en un fino humor, el Padre Opaso ha conquistado día a día mayores adeptos y ya no solo acompañan sus ceremonias los habitué de siempre, sino mucha gente que viene desde diferentes sectores de Viña del Mar, Valparaíso y otras ciudades,a "vivir" las misas a Reñaca.
Convencido que no se necesita dilatar en demasía una misa, si ella es de calidad, acortó en gran medida la duración de la misma, que en un momento llegó hasta los 25 minutos solamente, pero pareciera que algún superior no gustó de que fuese tan breve y ahora está alargada a unos 35 minutos, de todos modos más corta que cualquier otra.
Sin embargo, en ese relativamente breve espacio de tiempo, el Presbítero Opaso logra con sus palabras dichas en tono de persona común, una identificación con los asistentes que resulta conmovedora, sobre todo cada 19 de mes en que la celebración de San Expedito, "el Santo de las Urgencias", congrega a multitudes no tan solo en el recinto de la Iglesia, sino en sus alrededores, provenientes de los más recónditos lugares y de todas las condiciones sociales, imbuidas de una fe enorme. Otro importante mérito del padre Opaso, es que se aleja del hablar grandilocuente o, por el contrario, aquel tan monótono con tonos lastimeros, que podríamos llamar "voz de sacerdote".
San Expedito, un Santo hasta cierto punto desconocido hace unos años, ha sido el caballo de batalla del Padre Opaso(dicho en el mejor sentido de la frase), para crear en su torno unción y devoción.
Para los creyentes, esta invocación mensual a San Expedito, con menciones también en todas las misas semanales, ha sido un encuentro llamativo con la convicción más profunda y la fe más intensa.
En Semana Santa, también con apoyo de diversas entidades, mencionadas en las ceremonias, Opaso organiza el Vía Crucis y la misa de Gloria en la playa, adonde acuden miles de fieles con hondo recogimiento, en un marco de luminosidad por velas y enorme calor humano.
Claro que todo este quehacer del Padre Opaso no ha estado libre de detractores. Que la Iglesia no se debió ni se debe prestar para auspicios comerciales, que ello va contra las bases de la fe, qué... qué... qué..., pero si no hubiera sido así, jamás Reñaca habría contado con una Iglesia renovada y cómoda, ni con ceremonias de la alcurnia y asistencia masiva como aquella mencionada Semana Santa en la playa.
NOTA:
Estos pensamientos parten de mi convicción en el sentido que para las personas impregnadas de una determinada fe, el buen encausamiento de sus creencias es un camino correcto y no tienen relación, por cierto, con mis propias creencias o carencia de las mismas.