El título es una exageración, sin duda. No se puede comparar la alteración espiritual que significa la muerte de un cercano con un cambio de domicilio, verbigracia, pero que genera trastornos múltiples resulta evidente.
En esa situación nos encontramos con mi esposa. La casa ha quedado grande con los hijos y mis nietos desde hace mucho en "guarida" aparte, de modo que estamos afrontando la típica situación de minimizar nuestro hábitat en el marco de la tan mentada tercera edad. El destino futuro es un departamento, en otras latitudes le llaman apartamento, en el piso 19 cuya visión nos permitirá echar a volar lo que nos quede de sueños, observando el vaivén de la ciudad con cierta amplitud.
El proceso que quienes lo han padecido conocen muy bien, se inicia paulatinamente meses antes y se intensifica en la locura de los días previos. "Esto sí... esto no...esto lo regalamos porque no nos cabe...
esto lo vendemos...mira esta foto. Si no nos mudáramos de domicilio no la habríamos hallado. (Es el caso de la de fútbol que ilustra el post anterior) ¿Qué hacemos con este mueble en perfectas condiciones todavía? Se miden sus dimensiones y...¡Horror, no nos cabe. ¡Mira, encontré la tijera que perdiste hace un año! !Y yo tu boina que dijiste se te había caído en la calle!"
Al llegar hace 17 años a este barrio, nuestra casa no tenía una sola flor y las paredes hacia el entorno eran blancas. Hoy el jardín es hermoso y las paredes ni se divisan enmarcadas en el colorido de la naturaleza en brote eterno. Lo gozarán nuestro sucesores tal como nosotros lo hemos disfrutado por tantas primaveras. Es la vida.
¿Y el damasco plantado hace poco? la familia de los nuevos moradores nos ha prometido llevarnos el primer brote, no nos podemos quejar.
El proceso sigue, sin parar. Todavía queda algo por desarmar o deshacer, para empezar de cero, armando el nuevo nido. Enchapado yo a la antigua, este blog se genera en un computador fijo que es ya como si fuera mi hermano. En esas condiciones, apreciados amigas y amigos blogueros de tantos países, hasta que termine el rigor de la desinstalación y la instalación, no comentaré en sus queridas páginas y espero hacerlo pronto algo más cerca de la luna. Aunque sean pocos metros de diferencia.