Publicado por primera vez en
MIÉRCOLES, DICIEMBRE 05, 2007
De Freud a Rominita
Se dice que los psiquiatras son especialistas de la mente y los psicólogos analistas del alma. Los primeros son médicos, mientras que los segundos corresponden a una categoría de profesionales de notable auge en las décadas recientes, que corren por caminos paralelos.
Mi amiga bloguera Rominita Chii dio la buena nueva en su blog.
Ella se acaba de titular de psicóloga. Todo honor y toda gloria para Rominita. Junto con felicitarla en su página, me permití manifestar ciertas aprensiones personales por el ejercicio de la psicología y sus consecuencias en los restantes mortales, cosa que nada tiene que ver con la legitimidad de su logro personal.
Fue más bien por asociación de ideas que llegué a la comparación acerca de la forma en que antiguamente accedíamos a un puesto de trabajo y cómo se llega a él, en nuestros días. Actualmente, como dice la propia Rominita en su respuesta a mi comentario, no hay lugar de trabajo donde no esté sentado un colega de ella, para evaluar a los aspirantes a diferentes cargos.
Y pasar por esa prueba, resulta vital, incluso por sobre otros parámetros, para medir capacidades.
En este punto yo manifiesto mi resignación por el hecho de haber postulado a todos los cargos que he ejercido en mi vida, antes del advenimiento de los especialistas en este tema, porque no tengo dudas que si hubiera tenido que resolver rápidamente si mi preferencia era por un elefante o por una pulga o a cual animal prefería entre el perro, el gato, el león o el rinoceronte, yo hubiera dado la respuesta equivocada, en vista de lo cual cada uno de esos trabajos no habría sido mío.
Cierta vez, debido a padecer de tendinítis en el brazo derecho y dado que no mejoraban los síntomas, recurrí al Centro Contra el Dolor del Hospital J.J. Aguirre. Allí un grupo multidisciplinario vio mi caso con gran esmero. Finalmente desapareció la tendinítis, pero entre los profesionales que me atendieron había una psicóloga quién quería asegurarse que el problema no era imaginario u obra de algún trastorno nervioso. Me hizo cerrar los ojos y me dijo que eligiera cualquier color. Me decidí por el naranja. Entonces me pidió que dado el factor positivo que ese color ejercía en mí, siguiera haciendo ese ejercicio en mi casa, asociándolo con la paulatina disminución de mis dolores.
Muy desconfiado de las bondades del sistema, la verdad es que no tuve paciencia ni fe para insistir en la fórmula, pero me curé igual, según mi teoría gracias a los medicamentos que me recetó la anestesista, también parte integrante de ese equipo de amplio espectro.
De modo que junto con celebrar la conquista de su título por parte de Rominita, me declaro acá muy dubitativo acerca de los verdaderos beneficios que hayan traído al mundo las acciones de los psicólogos, dejando en claro que es una opinión muy personal, susceptible de ser despedazada por ustedes, estimados lectores.
Pero no tengo dudas, que la psicología llegó para quedarse y que el mundo actual y futuro ya es y seguirá siendo de los que ejercen esa actividad.
Mi amiga bloguera Rominita Chii dio la buena nueva en su blog.
Ella se acaba de titular de psicóloga. Todo honor y toda gloria para Rominita. Junto con felicitarla en su página, me permití manifestar ciertas aprensiones personales por el ejercicio de la psicología y sus consecuencias en los restantes mortales, cosa que nada tiene que ver con la legitimidad de su logro personal.
Fue más bien por asociación de ideas que llegué a la comparación acerca de la forma en que antiguamente accedíamos a un puesto de trabajo y cómo se llega a él, en nuestros días. Actualmente, como dice la propia Rominita en su respuesta a mi comentario, no hay lugar de trabajo donde no esté sentado un colega de ella, para evaluar a los aspirantes a diferentes cargos.
Y pasar por esa prueba, resulta vital, incluso por sobre otros parámetros, para medir capacidades.
En este punto yo manifiesto mi resignación por el hecho de haber postulado a todos los cargos que he ejercido en mi vida, antes del advenimiento de los especialistas en este tema, porque no tengo dudas que si hubiera tenido que resolver rápidamente si mi preferencia era por un elefante o por una pulga o a cual animal prefería entre el perro, el gato, el león o el rinoceronte, yo hubiera dado la respuesta equivocada, en vista de lo cual cada uno de esos trabajos no habría sido mío.
Cierta vez, debido a padecer de tendinítis en el brazo derecho y dado que no mejoraban los síntomas, recurrí al Centro Contra el Dolor del Hospital J.J. Aguirre. Allí un grupo multidisciplinario vio mi caso con gran esmero. Finalmente desapareció la tendinítis, pero entre los profesionales que me atendieron había una psicóloga quién quería asegurarse que el problema no era imaginario u obra de algún trastorno nervioso. Me hizo cerrar los ojos y me dijo que eligiera cualquier color. Me decidí por el naranja. Entonces me pidió que dado el factor positivo que ese color ejercía en mí, siguiera haciendo ese ejercicio en mi casa, asociándolo con la paulatina disminución de mis dolores.
Muy desconfiado de las bondades del sistema, la verdad es que no tuve paciencia ni fe para insistir en la fórmula, pero me curé igual, según mi teoría gracias a los medicamentos que me recetó la anestesista, también parte integrante de ese equipo de amplio espectro.
De modo que junto con celebrar la conquista de su título por parte de Rominita, me declaro acá muy dubitativo acerca de los verdaderos beneficios que hayan traído al mundo las acciones de los psicólogos, dejando en claro que es una opinión muy personal, susceptible de ser despedazada por ustedes, estimados lectores.
Pero no tengo dudas, que la psicología llegó para quedarse y que el mundo actual y futuro ya es y seguirá siendo de los que ejercen esa actividad.
Nota escrita ahora, en abril de 2018:
Han pasado casi 11 años desde la publicación de este post, en los albores de este blog. Salvo mis comentaristas de entonces que "sobreviven" como tales y que se pueden contar con los dedos de una sola mano, Rominita y decenas más se han perdido al paso de los tiempos, llegando otros en el marco de la rueda eterna que da vida a todo lo que emprendemos. Tengo el mayor respeto por la psicología, pero sigo pensando que si en mi época de aspirante a puestos de trabajo yo hubiera dependido del tipo de pruebas comunes hoy, no me habría ido bien. ¡Menos mal que ya tengo 82 ¿otoños? y pienso que no deberé someterme a ese tipo de indagaciones en lo que me resta de existencia.