Me declaro admirador de Argentina. Del incomparable Gardel, de las callecitas de Buenos Aires, de Borges, del recientemente desaparecido Tomás Eloy Martínez, del Maradona astro supremo como deportista activo, pese a creer que la categoría notable de los futbolistas trasandinos pueden darle el título mundial en Sudáfrica, no obstante que el mismo Maradona sea su DT.
Por tanto, al igual como detesto el anti angentinismo deplorable que corroe a muchos chilenos, tampoco entiendo reacciones tan insensatas como la de la bloguera de ese país que no comprendía durante nuestro reciente terremoto que se pidiera ayuda para Chile, ni menos la de un comunicador que en la TV de la vecina nación, también expresaba no aceptar aquello, dado que "los chilenos nos odian" según sus palabras.
Siempre me ha parecido y lo he expresado más de una vez, que lo peor que le puede suceder a un ser humano es ofuscar su pensamiento en el simplismo de hablar en bloque de "LOS", esto es de LOS árabes, LOS judíos, LOS argentinos, LOS peruanos o LOS bolivianos.
Recuerdo que durante el Mundial Juvenil de Fútbol de hace una década, me tocó en suerte cubrir para radio Nuevo Mundo la sede Mendoza, donde Chile enfrentaba su grupo.
En el primer partido perdimos con Ucrania. En los últimos minutos, Chile había buscado el empate denodadamente, pero los recogedores de pelota demoraban la entrega del balón deliberadamente.
Al rato, tras la derrota, ubiqué a uno de aquellos auxiliares, preguntándole el porqué de su actitud. El muchacho muy suelto de cuerpo, se justificó diciendo que él no quería que Chile hiciera el gol, porque nos tenía bronca.
Más tarde me fue presentado por un colega, otro periodista mendocino. Aquel me dijo como primera reacción, "Ah, ustedes son los que apoyaron a Inglaterra en la guerra de Las Malvinas".¡¡¡
Por cierto me pareció menos condenable la actitud del pelotero que la del colega, porque se supone que un adulto, más si es profesional de la prensa, debía comprender que son las autoridades supremas las que toman resoluciones como la comentada, sin que la ciudadanía tenga algún grado de voz ni menos de voto.
Publico lo anterior, porque ciertamente esa experiencia no modificó en lo más mínimo mi cariño por los argentinos.
Además, con el tiempo, pude conocer por la magia de los blog, a tantos admirables interlocutores argentinos, con los que tengo claramente una relación de amistad y afecto.
Lo que quiero decir, incluyendo en el concepto a aquellos que en nuestro Chile ciegamente practican el "anti" como factor de odio, que ellos serán los eternos perdedores y amargados crónicos.