En plena efervescencia electoral en Chile, próximos a las elecciones municipales y a un año de las presidenciales y parlamentarias, voy a recordar una de las más notables anécdotas radiales en nuestro país.
Corría una de las campañas para primer mandatario de la nación, las posiciones se agudizaban y la propaganda en las emisoras también. Era mucho antes de la televisión, por lo que todo lo que se propalaba por radio cobraba importancia vital.
El principal locutor de entonces, de voz privilegiada y prestigio nacional, fue contratado por uno de los candidatos, o más bien su comando, para conducir una audición propagandística a favor de ese personero de la derecha. Pero había un pequeño inconveniente: el locutor era de izquierda y más aún, bastante de izquierda, bien de esa zona y muy a la orilla de ella.
Sin embargo, fiel a su innegable profesionalismo lo hizo admirablemente. Fue voz de excepción para expresar las bondades del aspirante presidencial y cada programa terminaba con una invocación muy bien dicha: "¡Y usted, deberá votar por Matte!". Se refería a Arturo Matte Larraín.
Todo perfecto. Pero de súbito, el corazón del locutor le jugó una mala pasada. En ese entonces no se grababa. Todo era en directo, sin lugar a "reparaciones" de urgencia.
Entonces sucedió que en uno de los programas, el famoso locutor dijo con la misma intensidad de siempre: "¡Usted deberá votar por Matte¡"... agregando en un increíble arrebato de sinceridad... "pero yo, voy a votar por Allende".¡¡¡¡¡¡
Esto acontecía la primera vez que Salvador Allende se presentaba como postulante a la presidencia del país, pero al famoso locutor su pensamiento le jugó una mala pasada y con ello su celebrado profesionalismo también se desplomó ruidosamente, pese a que como contrapartida dijo lo que sentía.
Tal vez esté demás contar que en las campañas políticas siguientes, la afamada voz no fue contratada nuevamente por la misma facción política.
En todo caso es una historia que está inserta con privilegio en las anécdotas más sabrosas de la radiodifusión chilena, nacida en 1922 con la primera transmisión efectuada "sin cables" desde la casa central de la Universidad de Chile, hacía el hall principal del diario El Mercurio, ubicado entonces a unas 6 cuadras de distancia.