Lucas Barrios, seleccionado paraguayo y ex futbolista de Colo Colo en Chile
¡Gran noche paraguaya en Macul!
La derrota ante los guaraníes por 0-3 nos devolvió a la realidad. Hombre por hombre la cotización internacional de los seleccionados chilenos es inmensamente superior a la de los hoy visitantes. Pero sobre la base de un juego muy simple, el ganador supo frenar inteligentemente a nuestras figuras, mientras que con rapidez de liebre nos contraatacaba y nos destruía gol tras gol.
No hay excusas. El juego galano de Chile de gran parte del primer tiempo de nada sirvió, porque llegando menos, Paraguay fue mucho más inquietante. El capitán de la roja, Claudio Bravo, ya había evitado un gol saliendo fuera del área, al encuentro de un solitario atacante rival, despejando en brillante "paloma". Pero a los 24 minutos tras una infracción cometida por el mismo Arturo Vidal, en el tiro libre consiguiente este se lanzó a despejar estando de frente a su propio arco, cometiendo un autogol asombroso, digno del mejor de los delanteros. Los equipos se fueron al descanso en medio de alta inquietud de los hinchas nacionales.
Para muchos se estaba gestando un gran desengaño. En el marco de estas clasificatorias sudamericanas al Mundial de Rusia 2018, el optimismo de nuestra afición era una vez más desbordado. "Le vamos a ganar a los paraguayos y días después a Bolivia en La Paz", se decía en todas partes. "De ese modo estaremos prácticamente a las puertas de Moscú". Era opinión mayoritaria.
Cabe agregar que las anteojeras para aceptar que los adversarios también juegan, llevaba a que los hinchas chilenos repitieran como en tantas ocasiones ante el requerimiento de nuestros canales de televisión acerca del marcador final, "Vamos a ganar 3-1", como indicaban los más cautos, 4-0 decían otros y demostrando que este tipo de encuestas son más bien una expresión de deseos más que pronóstico con algún grado de seriedad, no faltaba el que opinaba radiante "vamos a ganar 5-0".
Si el primer tiempo fue inquietante, el segundo resultó todavía más demoledor. Ya a los 54 minutos de partido, Cáceres nos hizo el segundo mientras la notable marca paraguaya inutilizaba los embates de jugadores de la envergadura de Alexis Sánchez y compañía.
En ese marco desolador para los intereses de la selección chilena ya ni siquiera extrañó el tercer gol en contra, convertido por Ortíz en los descuentos. Sucedía que los nacionales se desgastaban en una profunda vocación de ataque, pero por ello mismo Paraguay encontraba los boquerones defensivos apropiados para imponer sus términos.
La entrada de jugadores como Paredes y Valdivia, rutilantes en la reciente victoria de su equipo, Colo Colo, en el clásico chileno frente a Universidad de Chile, esta vez no sirvió más que para tranquilizar al público que pedía su presencia en la cancha. Estuvieron bajos como casi todo el equipo, exceptuando al portero Claudio Bravo, impotente y sin responsabilidad en los goles recibidos. Por el contrario, el Capitán evitó alguna otra conquista forastera.
Hubo jugadores irreconociblemente bajos. Arturo Vidal, muchas veces factor de triunfo; Gonzalo Jara, desde hace tiempo impreciso y errático en su club, hoy también en la selección; Alexis, sin jugar del todo mal, tampoco fue el brillante improvisador y artillero de fuste, que le ha hecho ganar tantos elogios. Hasta última hora se especulaba que abandonaría su actual club, Arsenal de Londres, para ir por una suma estratosférica a Manchester City. Esa transferencia se abortó, pero una de nuestras máximas figuras estuvo todo el tiempo pendiente de su futuro en el fútbol europeo, al decir de las malas lenguas oscilando entre su condición posible de multimillonario si se iba al City o solamente de millonario si se quedaba en el Arsenal.
En suma, Paraguay nos venció a domicilio y no es primera vez. Claro que en dos oportunidades, con Bielsa como técnico y ahora con Pizzi nos han goleado y sin atenuantes. Ni siquiera se puede culpar al árbitro en esta ocasión, porque el argentino Néstor Pitana estuvo excelente.
Esta selección chilena ha sabido sacar fuerzas de flaqueza tras anteriores contrastes, pero la cosa se puso difícil. ¡Que hubiera sido si, además, no hubiéramos recibido como regalo divino otros dos puntos, por mala inscripción de un futbolista boliviano!
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