martes, noviembre 12, 2019

Este blog se congela

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Amigos:
El violentismo nos acongoja. Los miles y miles que desfilaron con buenas intenciones ya están sobrepasados.Nos domina el lumpen y quizás qué fuerzas ocultas.

Las quemas y saqueos de sedes municipales, iglesias, farmacias, sedes policiales, cuarteles militares, comercios y restaurantes se intensificaron hoy, como los también cortes de caminos y barricadas múltiples. Las demandas sociales quedan pálidas ante un país que es destruido por sus propios hijos. En este minuto hay peligro de invasión a la embajada argentina en Santiago. Chile es un caos.

La policía es acusada de excesos según una parte de la población, mientras que otra estima que actúa con mucha debilidad por falta de atribuciones.

No sé como comienzan las guerras civiles pero dudo que haya mucha distancia con lo que está pasando en Chile.

Ya está de moda el sistema (por darle un nombre) en que se obliga a los automovilistas a bajarse para evitar que turbas les impidan el paso, con la exigencia de que deben bailar, tal como lo hacían los nazis con los judíos para humillarlos. 

Los políticos viven en su mundo y tratan de sacar provecho desde sus trincheras partidarias con  prioridades que no representan a las mayorías.

Me hago la pregunta acerca de la procedencia de los fondos para las aclamadas conquistas sociales prometidas, si a cada hora Chile se asemeja más y más a un país en ruinas.

Dudo, mientras el dólar tuvo hoy entre nosotros el mayor valor en la historia, que alguien se atreva a invertir en Chile en los próximos tiempos.

Como sería irresponsable de mi parte  hacer "la vista gorda" y escribir de otros temas y como tampoco quiero seguir refiriéndome al drama que vivimos, al darme cuenta que el mundo toma posiciones basado en informaciones masivas muy politizadas y deformadas, declaro congelado este blog.

(Antes contestaré los comentarios)

Trataré de seguir comentando en mis blogs amigos.


viernes, noviembre 01, 2019

VIVIR CON MIEDO


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Chile hoy

Poco ha cambiado desde mi anterior artículo sobre el vandalismo desbordado en mi país, asolado por dos fenómenos: las manifestaciones masivas y relativamente pacíficas, y el saqueo de negocios grandes y pequeños, quema de accesos al Metro y ataque despiadado sobre recintos públicos. Anteayer fue prácticamente pulverizado el tradicional edificio de la Municipalidad (ayuntamiento) de Quilpué, localidad de la zona de Valparaíso, y ayer el café literario de Providencia, tradicional espacio para la cultura en el corazón de Santiago.

El gobierno modificó gran parte de su gabinete de ministros, cambió su agenda legislativa y se abrió también a modificar el eje de una de sus más relevantes reformas, la tributaria, en busca de una resolución de demandas sociales. Algunos sectores califican de insuficientes las propuestas y -mientras millones de chilenos anhelan el pronto retorno de la tranquilidad en paralelo al diálogo por cambios sociales-, ellos presentan una acusación constitucional contra el ex Ministro del Interior y pretenden incluso presentar otra contra el Presidente, ambas sustentadas en las supuestas violaciones a los Derechos Humanos que habrían sido cometidas por la policía y el Ejército, en medio del control del orden público en los días de furia desatada que inutilizaron el Metro, arrasaron con supermercados, cortaron la cadena de suministro y paralizaron las ciudades.

De los derechos que poco se habla en la agenda de los políticos que intentan adueñarse de las demandas de la calle, son los de cientos de propietarios de comercios pequeños o medianos que se han quedado de brazos cruzados ante la destrucción y el fuego generado por los vándalos; de los miles de trabajadores que perderán el empleo o de los miles que han visto definitivamente dañada su calidad de vida ante la destrucción de las estaciones de Metro y el colapso del sistema de transporte. Suma y sigue.

Ya las Cumbres de APEC y COP 25 no se harán en suelo chileno, de modo que el tan esperado encuentro entre los mandatarios de Estados Unidos y China, no será bajo nuestros cielo. Queda por definirse si la final de Copa Libertadores, a cargo esta vez de los futbolistas de River de Argentina y de Flamengo del Brasil  correrá la misma suerte. Se teme una importante fuga de capitales de inversión y el erario nacional se verá inmensamente afectado en la recuperación de los bienes destruidos. Actividades de recreación como las propias competencias del deporte más popular, también se encuentran inactivas por la falta de seguridad.

En varios barrios de Santiago, establecimientos de primerísima importancia como las farmacias o no atienden por haber sido desvalijadas o cierran muy temprano para que sus trabajadores alcancen a regresar a sus hogares antes de que anochezca. Comunas completas, algunas de las más populares, se han quedado sin supermercados, obligando a sus habitantes a desplazarse por la ciudad para abastecerse.

Me hace sentido lo que señaló en el diario La Tercera el ingeniero comercial Álvaro Pezoa, doctor en filosofía: "Se ha ido sembrando una sociedad de sujetos de derechos sin correlativos deberes. Por ahí caminan miles de individuos súper conscientes de sus innumerables (supuestas) prerrogativas e indolentes a todo auténtico compromiso y obligación. Se ha cosechado a millares de pseudoinfantes y adolescentes (aunque ya no se encuentren en edad para darse tal lujo), que piden sin mesura tantas veces, sin ofrecer nada a cambio".

Lo que vive Chile hoy duele en el alma. Ha habido una explicable reacción de gran parte del mundo político, sensibilizado para imponer o apurar medidas conducentes a una mejor distribución de la riqueza, tratando de interpretar a una calle que se expresa con furia y que no tiene una demanda en particular, como sucedió en 2011 con las marchas de universitarios por “educación gratuita”. 

La democracia está amenazada, en el parlamento por una minoría que quiere cambiar por secretaría el abrumador resultado de las elecciones de hace solo dos años, y en la calle por una masa que quiere, supuestamente, “cambiar el modelo”. En la otra vereda, algunos ven en esta "fiebre de justicia súbita", de incierto origen, la pista que alimenta las sospechas contra quienes se vanaglorian de que "estamos cumpliendo al pie de la letra lo mandatado en el Foro de Sao Paulo" y que "una brisita bolivariana se ha dejado caer sobre algunos países". 

Me siento parte de otra gran mayoría, esa que no marcha, que vive hoy con miedo, que anhela recuperar la calma en medio de este clima de polarización y odio, y que, sin desconocer problemas sociales que aún existen en Chile, se siente orgullosa de la trayectoria positiva y el avance que hemos construido entre todos durante las últimas décadas.