Ya he contado otras veces que "vi nacer a Cobreloa".
Invitado por los entonces personeros máximos del club y a la vez ejecutivos de la División Chuquicamata de Codelco, asistí en 1977 junto a otros tres periodistas de Santiago, Julio Martínez, Pedro Carcuro y Sergio Brotfeld, a los primeros pasitos de ese bebé que con el tiempo-muy corto por lo demás- se convirtió en el cuarto grande del fútbol chileno.
El nacimiento de Cobreloa y su inserción en el fútbol de primera línea, obedeció al deseo de dotar a los esforzados trabajadores del cobre de una pasión, un entretenimiento habitual, una ilusión permanente, una identificación plena. Y vaya que se logró. El equipo naranja muy luego pasó de segunda división a primera y de ahí rápidamente también a animador del principal campeonato chileno, a ser su campeón y dos veces finalista de la Copa Libertadores de América.
Con los años el club perdió algunas ventajas, como el derecho a descontar por planilla sus cuotas de socios a los entonces 13 mil trabajadores de la mina y luego el aporte de la empresa estatal también se vio mermado,
tras una protesta del entonces presidente de Colo Colo, quién acusó a Codelco de actuar deslealmente con las otras entidades de nuestro fútbol profesional.
Pero no obstante las nuevas condiciones, Cobreloa siguió siendo grande, pese a sus altibajos deportivos e institucionales y contando-modestamente- con mis buenas vibras y mi entusiasmo al ver crecer tan destacadamente al bebé que vi nacer pocas décadas antes.
Hasta ahora.
A comienzos de temporada, Cobreloa trajo al cuerpo técnico encabezado por un entrenador paraguayo que en sus tiempos de futbolista activo fue partícipe de uno de los mayores escándalos del fútbol continental, mientras se desempeñaba como capitán de Olimpia de su país. Es difícil recordar un desparpajo mayor, que el de los actores en 1988 de ese inolvidable partido (por lo grotesco) entre Sol de América y Olimpia, en que ambos cuadros paraguayos necesitaban que ganase el primero por un gol de diferencia a partir de 4-3 para dejar fuera de la Libertadores a Colo Colo y dentro a los dos elencos guaraníes.
Y en un burdo intercambio de goles, Sol ganó 5-4.
Asombrosamente años después, el club perjudicado en esa maniobra deleznable, Colo Colo, trajo como su entrenador al mismísimo capitán de Olimpia esa vez. Y no le fue mal, independientemente de su fútbol en extremo defensivo y poco aporte al espectáculo. Colo Colo fue campeón, en un marco de constantes sospechas y acusaciones pregonadas por el mismo DT, incluso en una Libertadores contra sus propios compatriotas árbitros.
Pasó el tiempo y el personaje de nuestra historia probó suerte en el fútbol español con malos resultados. Tras su salida de Racing de Santander, justificó que no lo contratara otro equipo hispano o europeo en el hecho que "no tengo apellido italiano"(..)
Hasta que tras años y años sin conducir, Cobreloa lo contrató a comienzos de esta temporada, para mejorar las campañas. No solamente las dejó sin mejorar, sino que las empeoró y distanció al club de su hinchada. Además perdió como local - el gran fuerte de la institución- más que nunca en su historia.
Al término de la participación en el torneo de apertura, los dirigentes le comunicaron a su cuerpo técnico que dadas las precarias condiciones económicas, motivadas porque el equipo no obstante su alto costo nada había conseguido, para el próximo torneo de clausura no habría nuevas contrataciones, se debería prescindir de algunos jugadores y si de todos modos usted quiere seguir, bueno... !es problema suyo!
En otras palabras, le dijeron "usted y su cuerpo técnico son muy caros, no tenemos plata para echarlos, asuma las consecuencias, es mejor que se vaya".
Sorprendentemente el DT aceptó seguir y hoy los hinchas en Calama han sido notificados que el gran culpable del fracaso en el torneo de apertura, seguirá al mando.
Cobreloa es conocido como los zorros del desierto.
La figura de uno de esos zorros, inserta arriba, es de la página
www.mundoloino.cl
Invitado por los entonces personeros máximos del club y a la vez ejecutivos de la División Chuquicamata de Codelco, asistí en 1977 junto a otros tres periodistas de Santiago, Julio Martínez, Pedro Carcuro y Sergio Brotfeld, a los primeros pasitos de ese bebé que con el tiempo-muy corto por lo demás- se convirtió en el cuarto grande del fútbol chileno.
El nacimiento de Cobreloa y su inserción en el fútbol de primera línea, obedeció al deseo de dotar a los esforzados trabajadores del cobre de una pasión, un entretenimiento habitual, una ilusión permanente, una identificación plena. Y vaya que se logró. El equipo naranja muy luego pasó de segunda división a primera y de ahí rápidamente también a animador del principal campeonato chileno, a ser su campeón y dos veces finalista de la Copa Libertadores de América.
Con los años el club perdió algunas ventajas, como el derecho a descontar por planilla sus cuotas de socios a los entonces 13 mil trabajadores de la mina y luego el aporte de la empresa estatal también se vio mermado,
tras una protesta del entonces presidente de Colo Colo, quién acusó a Codelco de actuar deslealmente con las otras entidades de nuestro fútbol profesional.
Pero no obstante las nuevas condiciones, Cobreloa siguió siendo grande, pese a sus altibajos deportivos e institucionales y contando-modestamente- con mis buenas vibras y mi entusiasmo al ver crecer tan destacadamente al bebé que vi nacer pocas décadas antes.
Hasta ahora.
A comienzos de temporada, Cobreloa trajo al cuerpo técnico encabezado por un entrenador paraguayo que en sus tiempos de futbolista activo fue partícipe de uno de los mayores escándalos del fútbol continental, mientras se desempeñaba como capitán de Olimpia de su país. Es difícil recordar un desparpajo mayor, que el de los actores en 1988 de ese inolvidable partido (por lo grotesco) entre Sol de América y Olimpia, en que ambos cuadros paraguayos necesitaban que ganase el primero por un gol de diferencia a partir de 4-3 para dejar fuera de la Libertadores a Colo Colo y dentro a los dos elencos guaraníes.
Y en un burdo intercambio de goles, Sol ganó 5-4.
Asombrosamente años después, el club perjudicado en esa maniobra deleznable, Colo Colo, trajo como su entrenador al mismísimo capitán de Olimpia esa vez. Y no le fue mal, independientemente de su fútbol en extremo defensivo y poco aporte al espectáculo. Colo Colo fue campeón, en un marco de constantes sospechas y acusaciones pregonadas por el mismo DT, incluso en una Libertadores contra sus propios compatriotas árbitros.
Pasó el tiempo y el personaje de nuestra historia probó suerte en el fútbol español con malos resultados. Tras su salida de Racing de Santander, justificó que no lo contratara otro equipo hispano o europeo en el hecho que "no tengo apellido italiano"(..)
Hasta que tras años y años sin conducir, Cobreloa lo contrató a comienzos de esta temporada, para mejorar las campañas. No solamente las dejó sin mejorar, sino que las empeoró y distanció al club de su hinchada. Además perdió como local - el gran fuerte de la institución- más que nunca en su historia.
Al término de la participación en el torneo de apertura, los dirigentes le comunicaron a su cuerpo técnico que dadas las precarias condiciones económicas, motivadas porque el equipo no obstante su alto costo nada había conseguido, para el próximo torneo de clausura no habría nuevas contrataciones, se debería prescindir de algunos jugadores y si de todos modos usted quiere seguir, bueno... !es problema suyo!
En otras palabras, le dijeron "usted y su cuerpo técnico son muy caros, no tenemos plata para echarlos, asuma las consecuencias, es mejor que se vaya".
Sorprendentemente el DT aceptó seguir y hoy los hinchas en Calama han sido notificados que el gran culpable del fracaso en el torneo de apertura, seguirá al mando.
Cobreloa es conocido como los zorros del desierto.
La figura de uno de esos zorros, inserta arriba, es de la página
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