Esta es una imagen de Disneylandia. Cuesta imaginar que algún ser humano se llame igual.
Veo una crónica periodística que da cuenta de nombres asombrosos y destemplados inscritos en la República Dominicana. Viene con imágenes de cédulas de identidad de los protagonistas, pero tras haber pensado incluirlas en este artículo me abstuve, por respeto a "las víctimas".
Tampoco daré los apellidos de aquellos infortunados, destinados por sus padres o por quienes decidieron someterlos, a que su desgracia dure de por vida.
En varias oportunidades he escrito sobre lo que me parece aberrante. Llegar al mundo conlleva junto con la posibilidad de vivir grandes alegrías, la de pasar inexorablemente por situaciones complicadas. Entonces, dije antes y ahora lo repito, ¿para qué atormentar, más encima, con nombres absurdos a los recién nacidos?
Constantemente leo en blogs amigos, referencias a nombres propios, que en realidad son "impropios".
Hoy aporto mi grano de arena al asombro general que produce el saber que en la bella tierra donde los paraísos turísticos encantan a gente de todo el mundo, viven en diferentes edades personas que se llamen así:
MERICRISMA, DISNEY LANDIA DE JESÚS, JAMES BOND CERO CERO SIETE, SUZUKY JARLEY y el más patético: HAPYBERDEY TUYÚ.
¿Se imaginan a la hora del anochecer cuando pequeños y sus mamás los llamaban a volver a casa? "MERICRISMA, no te demores" , o bien "HAPYBERDEY TUYÚ, ven a cenar".
Al menos Hapiberdey tiene una linda canción, desde hace mucho.