miércoles, agosto 21, 2019

Las alzas convertidas en salsas.

Tal vez yo era un iluso al pensar hace casi seis años que sería posible mayoritariamente en nuestros medios, hacer la distinción entre salsas y alzas.
pero no.
seguimos igual.

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Publicado en este blog, en MIÉRCOLES 4 de DICIEMBRE 2013

¿Salsas...o alzas?

Hace ya muchas lunas hablé de lo que podría llamarse el síndrome del "loro olímpico" en los medios de comunicación. Pero hay casos similares y muchos.
Escucho asombrado que “el ministro inauguró las sobras de la construcción”.
Como en tantos casos,  me pregunto si acaso las sobras aquellas merecen tal honor.

Me viene al recuerdo cuando se dice muy campantemente que “las salsas de los combustibles, se repiten”.

Y nuevamente quedo perplejo por la falta de rigurosidad  en radio y televisión, al no hacerse la separación leve pero indispensable al pronunciar, principalmente en el caso de palabras muy parecidas, pero de significación tan distinta.

Si así se hiciese en esas y muchas otras situaciones, los oyentes y televidentes sabrían con certeza que se trata de “las obras de la construcción” y no de sus sobras y de las alzas de los combustibles y no de algún condimento alimenticio para las bencinas.

La excepción en lo de las salsas o alzas  podría estar en el público español, debido a que nuestro idioma pronunciado en su forma original hace un claro distingo entre las letras ese y zeta, pero en este continente bien sabemos que esa diferenciación no se practica.

Parece cosa de sentido común, aunque bien dicen que aquel es el menos común de los sentidos.

martes, agosto 13, 2019

Una narración a contrapelo

Publicado en este blog hace casi 9 años.

MARTES, OCTUBRE 05, 2010


Deporte en sentido contrario del tránsito


En mi larga trayectoria radial, me identifiqué claramente con Radio Minería, en la que trabajé durante 21 años en total. Pero hubo un período intermedio, durante 1977 y 1987, tiempo en el cual laboré en Radios Agricultura, Nacional de Chile, Nuevo Mundo y Carrera.

La anécdota que revelo ahora es de esos años y tiene relación con la transmisión de la entonces famosa Vuelta Ciclista de Chile, con participación de connotados especialistas tanto chilenos como internacionales.
En esa circunstancia Radio Minería era nuestra competencia y había que restarle sintonía. Esa emisora tenía sí una ventaja. Narraba año tras año la Vuelta Ciclista completa. Nosotros, en Radio Nacional, simplemente transmitiríamos la última etapa, la de la llegada a Santiago.

Esa jornada final de 1996, o sea un año antes de mi retorno a Minería, la iba a acometer partiendo en un Móvil (camioneta habilitada con elementos para transmisiones radiales), desde la localidad de San Bernardo, a 20 kilómetros de Santiago, siguiendo a los competidores hasta el Estadio Nacional. Pero sucedió un hecho no contemplado por cierto. Aquella jornada deportiva se inició con una hora de anticipación.
Cuando lo supimos, no me quedó más que subirnos con el conductor del Móvil al vehículo, que se encontraba en el centro de nuestra ciudad-capital. Entonces me puse los fonos (auriculares) escuchando Radio Minería y repitiendo en la medida de lo posible lo que ellos narraban siguiendo a los pedaleros metro a metro de la ruta, mientras que nosotros recién partíamos al encuentro de la caravana.
El inconveniente era que nuestro vehículo iba en busca de los deportistas en contra de la dirección de la carrera. Los ciclistas de sur a norte. Nosotros de norte a sur y a considerable distancia.
Pero, en fin: no había alternativa.

Todo iba relativamente bien hasta que nuestro Móvil llegó a una plaza de peaje, entonces situada entre Santiago y San Bernardo, en que necesariamente había que detenerse, pagar y luego de abierta la barrera... seguir.
Nunca olvidaré el rostro del cajero, quién veía estupefacto mientras mi compañero chofer le entregaba los billetes y recibía el comprobante de recibo, como un tipo (yo) al parecer enajenado, relataba la carrera en contra de la dirección que ella llevaba y sin que ni de cerca ni de lejos se viera algún ciclista.

viernes, agosto 02, 2019

El progreso y sus consecuencias

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Cada dia cuesta más caminar por muchas avenidas y calles de las ciudades chilenas. Es también un reflejo de lo que pasa a un costado de las aceras, con notoria estrechez para vehículos, con sus conductores exaltados por el lento avance. Al ser miles los automóviles cero kilómetro que se incorporan a las pistas y al no desaparecer los coches viejos en la misma medida, muchas veces dan ganas de irse a vivir a algún pueblo lejano y tranquilo. 

¿Por qué se mantienen tantos coches de años muy anteriores con vigencia? 
Por que personas que antiguamente se movilizaban exclusivamente en buses, felizmente han subido su estándar de vida y para ellas poseer ahora un coche fabricado hace unos diez años o incluso de tiempos anteriores, resulta un notable progreso. Para alguién que compra un auto de solo dos años de antigüedad también puede serlo, lo mismo que para el que adquiere uno de cuatro.
En todo caso la congestión vehicular no es un problema solamente nuestro. Al ver por televisión muchas veces las filas de coches detenidos por  lo que acá llamamos "tacos", en urbes como Ciudad de México o Sao Paulo, nos sentimos por contraste, en una aldea.

Ciertamente hay al conducir algún vehículo, consideraciones que obviamente casi todos  respetan, como hacerlo siempre por la derecha sobre todo en una arteria de doble tránsito. No obstante en las congestiones generadas por peatones en su caminar, esa regla de oro rara vez se adopta y se producen situaciones tragicómicas con un señor que viene de frente tuyo dando un paso a la derecha, al mismo tiempo que tu haces lo propio a tu izquierda. Luego el señor da dos pasos a la izquierda, pero tu  lo haces hacia la derecha.

¡Todo sea  por la modernidad!