A mis 12 años de edad vi a Alfredo Di Stéfano jugando en el Estadio Nacional de Santiago.
Él era entonces La Saeta Rubia de River Plate, cuyo equipo disputaba en Chile la corona de Campeón de Campeones de Sudamérica, en un torneo antecesor de la Copa Libertadores.
En aquel certamen, tan lejano en el tiempo, competían con River, campeón argentino, los otros campeones nacionales, de Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Perú y Chile.
Ya Di Stéfano marcaba diferencias en medio de una constelación de otros notables futbolistas de la época.
Al paso de los años, La Saeta Rubia expresó estilo y categoría en el fútbol de Colombia, hasta desembocar en Real Madrid, donde su capacidad goleadora y, a la vez, notablemente organizativa en la cancha, le hicieron convertirse sin duda en uno de los mejores futbolistas de la historia, solamente opacado porque Pelé, Maradona o Cruyff contaron con el respaldo de la naciente televisión a nivel masivo.
Incluso cuando volví a ver jugar a Di Stéfano a fines de la década de los años 50, viniendo a Chile para participar en algún amistoso de exhibición con el equipo merengue de España y cuando ya la pérdida de su cabello empezaba prematuramente a quitarle su condición de saeta "rubia", a todos los afortunados espectadores EN VIVO de aquellos sucesos, nos pareció un deportista de excepción.
Al cabo de las décadas, don Alfredo, retirado desde hace tiempo incluso como entrenador, cargo ejercido en España y en su país natal Argentina, es Presidente Honorario de Real Madrid.
En una entrevista de hace algunos años, dijo sentirse un poco disminuido físicamente al caminar, pero lo más importante, indicó, es que "estoy muy bien de la azotea".
Hace cuestión de unas dos semanas, el gran Alfredo Di Stéfano volvió a hacer noticia mundial de una manera inesperada: anunció a sus 86 años de edad, que se casaría con su actual secretaria y manager, una puertoriqueña 50 años menor. Don Alfredo había quedado viudo hace 8 años.
Ante esa noticia, sus seis hijos aparecen a la luz pública objetando el enlace. Indican que, contrariamente a lo que pregonaba su ilustre papá en su momento, hoy él no está bien "de la azotea". Claro que lo dicen en otras palabras y agregan que no se encontraría en condiciones de contraer aquellas nuevas nupcias con la dama de los 36.
Don Alfredo replicó manifestando que en este tema no le importa lo que piensen sus hijos.
La situación ahora está en tribunales, mientras me he pasado estos días añorando esos lejanos años en que pude ver aún niño a Di Stéfano, iniciando su camino a la gloria deportiva, todavía con la camiseta de River.
23 comentarios:
Esteban, qué casualidad. Acabo de llegar de una visita médica rutinaria y, en la consulta, he leído en una revista de "cotilleo" la noticia. Era muy escueta y sólo hacía mención al anuncio del enlace y a la diferencia de edad. Yo sin saber nada, inmediatamente he pensado en los posibles hijos (ni siquiera sabía si los tenía) ¿Por qué se empeñan en dirigir la vida de los padres? No estoy de acuerdo con que se inmiscuyan, a menos que no les rija la cabeza.
Maluca:
Es que según la versión de los hijos....ese es el problema. (¿¿??)
Mi padre fue un gran admirador de Di Stéfano. Estas bodas suenan a chiste, pero encierran ese dilema con los hijos. Supongo que siempre queda la duda si el dinero es la causa de la joven enamorada, pero cuantos hijos notables se desentienden de sus padres dejándolos en absoluta soledad, y solo resurgen cuando el patrimonio peligra. No puedo juzgar.
Qué suerte la tuya de haber visto jugar a don Alfredo. Debe haber sido todo un espectáculo.
Sobre su matrimonio, que los hijos se queden tranquilos. Cada uno decide sobre su vida, para bien o para mal. ¿Será que la billetera, como siempre, está mandando sobre las conciencias, queridos niños o estimada secretaria?
Fuerte abrazo para ti, Esteban. Saludos por casa.
Qué pena que se llegue a estos niveles. Como dice Cyrano, ¿será el puro y desinteresado amor filial el que habla o algún otro tipo de interés?
Marcos:
Yo tampoco puedo juzgar, por los motivos que tan bien señalas.
Cyrano:
En esos tiempos, estimado Eduardo, ya se hablaba de la gran estrella argentina de River. Y mira adonde llegó.
Gabriela:
Es la pregunta que se hacen, a causa del tremendo prestigio de Di Stéfano, en todo el mundo.
En una de esas, los hijos pudieran tener razón.
Hace tiempo que no veo al gran ex deportista en TV, donde antes comentaba o era entrevistado habitual de las tertulias acerca de partidos importantes.
el asunto del matrimonio también puede ser que en los hijos haya buena intención por si hubiese dudas de que por demencia senil estuviera incapacitado para tomar esa decisión,lo cual sería fácilmente comprobable. Muchos saludos amigo Esteban!
Lao:
Es así.
En todo caso, si alguien quisiera hacer una novela atractiva, el tema sería ideal. Una lumbrera del deporte de 86 que se quiere casar con una dama de 36.
Oz:
¡Bienvenido!
¡Hola Esteban!
Tienes razón que Di Stéfano fue uno de los más grandes de la historia del futbol, aun cuando no gozó del amplio respaldo televisivo que tuvieron los otros grandes que citas.
Que un señor viudo, de 86 años, pretenda casarse con una joven de 36 años, no me sorprende, pero si que una joven de 36 se quiera casas con un señor que puede ser su abuelo.¿...?
Un afectuoso saludo.
Chela:
Seguramente ese hecho que mencionas, ha significado las dudas de los hijos.Pero cabe un dicho muy común en Chile, "uno ve rostros, no corazones".Peor si solamente los vemos por las pantallas o por los diarios.
También un afectuoso saludo para ti, amiga.
Claramente acá hay un problema de herencias... Si los hijos no estuvieran interesado en lo que van a perder como herederos monetariamente hablando, no reclamarían.
Generalmente me opongo a estos matrimonios pero si el hombre dió tantas alegrías, que ahora aproveche de disfrutar aunque se aun rato.
Nelson Fabián:
Es una posición lógica la tuya.Pero, por otra parte, no sabemos si los hijos actúan por la herencia en sí, o porque además temen un aprovechamiento, dado el deterioro físico e intelectual de su padre el cual denuncian.
Seguro que es problema de intereses. Por otra parte si el hombre necesita atención y compañía diaria más un poco de cariño (que evidentemente no encuentra en la familia)hace bien en pelearla, más cuando su pensamiento es lúcido aún. Muy buena tu semblanza de este crack de nuestro fútbol. Besos.
RosaMaría:
Claro. Pero la duda está acerca de cuán lúcido está su pensamiento.
También besos para ti.
Cuando veo a entrenadores de bastante edad y recuerdo que los vi jugar, me doy cuenta que ya estoy grande: Gallego, Passarella, Bianchi! a todos los vi de cortos. Un abrazo
Marcelo:
En mi caso, por diferencia de edad contigo, es peor. La mayoría de los que vi jugar ya se fueron de este mundo.
A C. Bianchi lo vi jugar en el Estadio Santa Laura de Santiago (y lo entrevisté) cuando vino a actuar por Vélez Sarsfield, dirigido por el DT chileno Andrés Prieto, luego de haber perdido el campeonato argentino en la última fecha.
CB era un centro delantero excepcional.
Para amenizar las preguntas deportivas, porque en ese entonces yo reporteaba para un programa de noticias y no propiamente de deportes, le consulté a cada uno de los jugadores la razón del nombre del club, cayendo ellos en contradicciones.
Solamente unos tres "acertaron" en que era un famoso jurisconsulto argentino, autor de la Constitución de tu país.
ay no! que se case si quiere... pobre chica... Pero que no le deje nada de dinero en el testamento...
Marta:
Buena teoría, amiga.
Pero entiendo que si no hubiera testamento le correspondería automáticamente una gran cantidad.
Tú como abogado lo sabes mejor.
Vaya suerte de haber visto jugar a Di Stéfano. Por otro lado el tema se solucionaría con un matrimonio con bienes separados. Aqui en Perú pasó algo similar entre los hijos de un abogado nonagenario y su nueva novia de cincuenta. Al final los hijos ganaron legalmente quedándose con muchas de las propiedades. Saludos desde Lima.
Jorge:
El gran problema en todos esos casos, es que no creemos en el amor desinteresado, ni en el de las mujeres aspirantes a nuevas esposas...ni en el de los hijos hacia sus padres, aunque algunas veces existe.
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