lunes, octubre 28, 2013

¿Qué tiene que ver Halloween con Chile?


Ciertamente no tiene nada que ver Halloween con Chile. Pero pese a que es aceptable que el comercio aproveche fiestas enraizadas entre nosotros como la Navidad e incluso los ya “institucionalizados” días del Padre, de la Madre o del Niño para vender sus mercaderías (falta crear el día del tío, el del vecino, el del primo o el de la suegra), en lo personal me resulta cercano a la intolerancia que en este país situado al final del mundo geográficamente, nos hayan terminado por imponer una festividad tan ajena como aquella  de origen celta, que es vivida en plenitud desde tiempos inmemoriales en Canadá, Estados Unidos, Irlanda o el Reino Unido, y que precisamente los irlandeses “exportaran” al norte de nuestro continente, donde se ha hecho carne en las costumbres  de millones de niños y adultos norteamericanos, cada 31 de octubre.

Bien sabemos que la base de este juego para niños, radica en “truco o trato”, que en otras palabras significa que me das dulces o te hago algún daño, aunque sea pegarle chicles al timbre de tu casa.

Reconozco que debo aceptar agachando la cabeza y mis convicciones, que mis nietos se solacen con esta celebración, porque es casi imposible ir contra la corriente en el caso de los más pequeños, si ven como en todo su entorno se ha impuesto esta costumbre. Al menos me preocupo que si hay negativa en la búsqueda de su cosecha de dulces, no ejerciten su derecho a venganza.

Alguna vez ya he escrito de manera similar ante la fecha de otro Halloween, pero no puedo permanecer con mi opinión escondida nuevamente, tras años y años en que esta celebración tan ajena a nuestra idiosincrasia siga haciendo su aparición ¿triunfal? y provocándome la misma distancia inicial.


lunes, octubre 21, 2013

Mis raíces trágicas


La amiga bloguera AleMamá me ha pedido que narre mi nacimiento alemán y el traslado poco después a Chile, en medio del fragor de la segunda gran guerra.   
Pese a que en varias ocasiones he deslizado matices de esa experiencia temprana con sus consiguientes consecuencias, trataré de hacer un recuento de tiempos de aflicción para gran parte del mundo.

Nací en enero de 1936 en la ciudad bávara de Neu-Ulm, pese a que mis padres residían al otro lado del Danubio, en Ulm, (a secas) del estado de Baden-Württemberg, pero dada la persecución ya empezada en 1933 a los judíos, junto con el advenimiento del nazismo, no fue posible que mi madre encontrara en su ciudad de residencia algún establecimiento clínico que quisiera atenderla.

Así y todo, recién venido al mundo, una auxiliar del hospital en que vi la luz, quiso llevarme lejos del ámbito de mi mamá, seguramente con  malévolas intenciones, todo sea  para cumplir con los designios del tirano de bigote, en el sentido que los judíos merecían la muerte.

Claro, habría sido muy fácil exterminar a una guagua recién nacida. Afortunadamente el médico a cargo le “paró los carros” a la fanatizada mujer y esa fue mi primera sobrevivencia.

Mi padre fue llevado un año después al campo de concentración de Dachau, también por el solo delito de ser judío, mientras mis abuelos por padre y madre pugnaban junto con el resto de la familia para poder conseguir  visa a los Estados Unidos, donde meses después partieron con algunos de mis tíos y primos. 
El resto de la familia trataba de encontrar algún país de acogida, incluyendo las gestiones de mi madre, que abría alguna opción para nosotros tres en lugares tan disímiles como Australia, Bolivia, Argentina, el propio Estados Unidos, Perú y Chile.

Era un “recreo” pre-guerra en que a los judíos en campos de concentración se les permitía salir del país, por cierto con entrega total de bienes. En esas condiciones “lo que saliera primero”.

De modo que por esas cosas del destino, hoy soy chileno a mucha honra, como pude haber sido boliviano, australiano, estadounidense, peruano o argentino. Comprenderán mis amables lectores el por qué de mi aversión a todo nacionalismo extremo y a cualquier descalificación  de toda nacionalidad, religión o raza.

Junto con el nacimiento del mes de septiembre de 1939, el puerto de Hamburgo fue escenario de la partida de mi madre, mi padre y yo-entonces de 3 años de edad- rumbo a lo desconocido, pero estábamos salvando la vida, porque horas después estalló la Segunda Guerra Mundial y junto con ello ya nadie podría salir del país, salvo para combatir.

Los campos de concentración se convirtieron en campos de exterminio. Personeros de la GESTAPO subieron a nuestro barco para hacer bajar a todos los pasajeros de origen judío, pero en una actitud valiente y elogiable el capitán chileno del Copiapó, de la Compañía Sudamericana de Vapores, se negó y los individuos  armados, sorprendentemente se bajaron. Fue mi segunda sobrevivencia.

Tras un mes de viaje en un barco de carga, adaptado especialmente para trasladar a los últimos chilenos que querían escapar del infierno, a sacerdotes católicos también perseguidos por Hitler y una treintena de judíos, el Copiapó llegó a “la tierra prometida”,  sin que mis padres supieran una palabra de castellano y con oscuridad total acerca de su futuro en tierra extraña, pero lo principal era que los tres estábamos bien y juntos.

Días después del viaje en tren desde Valparaíso a la capital, mi padre empezó a tirar líneas acerca de su trabajo futuro, con vinculaciones a la agricultura, sector donde se desempeñaba en su nación natal. Estaba por llegar la ayuda económica de un familiar residente en Portugal, que fue la palanca para nuestra inserción en tierra chilena.

No. No se trata de la foto de ningún equipo deportivo, sino de niños usados como conejillos de indias en campos de experimentación "médica" y de exterminio. Y pensar que hay quienes dicen que el holocausto es mentira. Varios de mis antepasados no tuvieron la suerte de mis padres y mía de poder salir a tiempo de esa Alemania de horror.

Cuando tiempo después empecé a ir al colegio, mis compañeros de curso se reían de mi incipiente castellano, agravado por el hecho que yo mencionaba lugares como la localidad de Colina, como Cólina, tal como se referían a ella mis padres en relación a que allá vivían unos amigos, también venidos en el barco.

Vivíamos cerca de una calle de la comuna de Providencia llamada Mar del Plata, a la que mis papás decían así en adaptación a la pronunciación de alemanes, Ma del Plata (sin erre) lo que también provocaba risotadas  en mis condiscípulos al repetir yo esa expresión.

Pero no quiero prolongar eternamente este recuento. Solamente sintetizo expresando que a mis 19 años, tras malas experiencias comerciales mis padres decidieron volver a Alemania, apenas 10 años después de terminada la conflagración mundial, al recibir la restitución de pertenencias y derechos comerciales que nos fueron quitados en 1939 . Pero yo decidí quedarme en Chile.

En el curso de mi carrera profesional, ya felizmente casado con chilena y católica, pude visitar a mis padres, previo a un accidente automovilístico que en 1973 costó la vida de mi  papá, tras un mes en el hospital. 

A sus 80 años de edad mi mamá sufrió hemiplejia, por lo cual la trajimos a Chile donde pasó los últimos 8 años de su vida en precarias condiciones físicas y mentales, pero atendida maravillosamente por mi esposa en calidad de autentica hija.

En suma, reconozco que en perspectiva, mi vida tiene aspectos que parecen en algunos de sus trazos sacados de una novela, pero que obedecen a una secuencia de luces y sombras, al final de cuentas. Creo verdaderamente que, pese a todo, más de las primeras.

En lo religioso, mi esposa es ferviente católica y yo no profeso la religión judía aunque me siento absolutamente vinculado a su historia, mientras que de mis tres hijos, la mayor es copia de su madre y los dos restantes son más bien librepensadores, aunque mis nietos son educados en la fe cristiana.

Cumplo contigo, apreciada AleMamá, y reconozco que esta historia de vida, resumida al máximo y con notorios saltos en el tiempo, al exponerla públicamente, me ha costado menos plasmarla en forma escrita que lo que yo hubiera imaginado.



martes, octubre 15, 2013

Chile a Brasil...Uruguay a Jordania


Claro. Si Uruguay logra mejor puntaje en los partidos de ida y vuelta con Jordania en el repechaje, también irá al Mundial. 
Pero sucede que el titular de este post nació de mi recuerdo de los años en que día tras día yo debía titular el noticiario central en la entonces famosa emisora chilena, Radio Minería, ya desaparecida. 
Había que buscar frases vendedoras, cortas y a la vez certeras. 

El hecho que Chile vaya a un segundo mundial consecutivo no sucedía desde 1962 y 1966 en casa y en Inglaterra. Sin duda se trata de un logro poco común para nuestro fútbol, que históricamente no tiene la prosapia de brasileños y argentinos, entre otros.

Mucho se había especulado en la posibilidad totalmente antideportiva de un empate consensuado, ya que con la igualdad tanto ecuatorianos como los nuestros irían directamente al Mundial, aunque Uruguay derrotase a Argentina por cualquier marcador. 
Pero nuestros futbolistas pretendieron desde el comienzo del partido imponer su superioridad, basada incluso en la estadística, que señala la ausencia absoluta de victorias de los muchachos del Guayas en suelo nacional en el marco de clasificatorias.

Fue asi como Alexis Sánchez, de cabeza, y el Pitbull Medel en la boca del arco ya nos tenían arriba 2-0 a los 37 minutos del primer tiempo, pese a que no obstante su actitud conservadora Ecuador llegó en varios contra ataques, erigiendo al arquero Bravo en importante figura.

En la segunda etapa estuvo más cerca de aumentar Chile, hasta que al perder los nuestros una pelota en ofensiva, Felipe Caicedo descontó a los 20 minutos y puso una leve incertidumbre, debido a que Uruguay que necesitaba una apreciable diferencia de gol para desbancar a uno de los protagonistas del encuentro en Santiago, apenas ganaba a un equipo alternativo de Argentina por tres a dos.
En ese momento, para que los charrúas desplazaran a Ecuador le faltaban todavía 4 goles, ya sea que ellos se los marcaran a Argentina o que Chile se los hiciera a Ecuador. 

A esas alturas, faltando unos 15 minutos para el final en el Nacional de Santiago, se produjo una situación que en derecho se conoce como "orden de no innovar". No se trataba por cierto de una orden propiamente, si no de la convicción de los chilenos de no arriesgar y  a la vez terminar ganando el encuentro y de los ecuatorianos de que manteniendo su valla a salvo, igual clasificarían con un solo gol de diferencia en contra.

Al final se produjo la algarabía de todos. El estadio y Chile entero celebraron la clasificación, mientras que más de mil ecuatorianos presentes y millones en su país, también festejaban su propia participación en 2014 en Brasil.

La película clasificatoria terminó con final feliz, en suma, para Argentina, Colombia, Chile y Ecuador y con premio de consuelo para Uruguay, que consiste en jugar contra el mencionado Jordania, país de menor pedigree futbolistico, lo que abre la alentadora perspectiva de que podamos tener 5 naciones sudamericanas en la máxima fiesta del fútbol.

viernes, octubre 11, 2013

Empate con mal sabor, en Colombia



Quedaron tres por tres en la suma final.

Colombia clasificó al Mundial de Brasil 2014, con total merecimiento por su campaña en las clasificatorias sudamericanas, pese a que en el primer tiempo del partido de hoy ante Chile fue vapuleado en una de las mejores presentaciones de la roja en cancha ajena, en décadas. 
El 0-3, con los goles de Vidal de penal y dos de Alexis Sánchez, fue la rúbrica de una superioridad absoluta que minimizó las habituales bondades colectivas e individuales del equipo cafetero.  

Sin embargo en el segundo tiempo despertó el cuadro local y arrinconó a un Chile errático y absolutamente diferente al elenco espectacular de la etapa anterior.

La expulsión de Arturo Carmona por doble amarilla, complicó todavía más las cosas para nuestro elenco.
Por muy justificada que hubiera sido ese envío a las duchas antes de tiempo del futbolista de Atalanta del balompié italiano, el juez brasileño de Oliveira actuó con enorme falta de ecuanimidad en la materia.  

La amarilla a Cuadrado en  la primera fracción debió haber sido la segunda a ese jugador,  y la no expulsión de Yépes tras sus reiterados fouls violentos resulta inexplicable.

Aquello incluso es más objetable en el arbitraje, que las dudas que generaron el cobro de los tres penales, puesto que también las conquista de Falcao para el segundo y el tercer gol  de los locales, después del descuento que había logrado Gutiérrez, habían sido desde los llamados 12 pasos.

Por cierto era injusto que Chile se quedara con 10 jugadores y Colombia pudiera intentar la remontada con dotación completa, en circunstancias que desde el comienzo del partido los anfitriones pegaron descaradamente ante la indolencia del árbitro, que se limitaba a llamar la atención a los infractores en forma verbal.

Hubo también errores groseros en  la defensa chilena, como el despeje fallido de Pepe Rojas antes del primer gol amarillo. 
Incluso el entrenador nacional Jorge Sampaoli, habitualmente certero en sus cambios, equivocó la lectura del partido en ese lamentable segundo tiempo de la Roja, cuando   al reemplazar a un cansado Valdivia optó por Beasejour en lugar de David Pizarro, cuya capacidad para retener el balón, combinar cerebralmente y tranquilizar el juego, hacía falta en un equipo que en los 45 minutos finales perdió la brújula y no llegó más  al arco adversario.

Pero " aún tenemos patria, ciudadanos" como reza un grito enraizado en la historia de Chile.
Con un empate como dueño de casa este martes 15 frente a Ecuador, iríamos igualmente al Mundial. Sería una calamidad deportivamente hablando, claro, no obtenerlo. 

jueves, octubre 03, 2013

Al calor de Barranquilla

                                          Nuevo Estadio Metropolitano de Barranquilla

Esta vez prescindiré de mi habitual  ficción de suponer lo que dirían los diarios chilenos al día siguiente del partido, dependiendo de si Chile ganase, empatase o perdiese.
En el hermoso Metropolitano de Barranquilla, Colombia recibirá a la selección chilena de fútbol el viernes 11 de octubre, con ambos elencos muy cerca de llegar al Mundial Brasil 2014. A la fecha, Argentina puntea las clasificatorias sudamericanas con 29 puntos, seguida por Colombia con  26 y Chile con 24.

Más atrás con leve opción de desplazar a Colombia y (o) Chile de la cita máxima, se encuentran Ecuador y Uruguay con 22 puntos. Recordemos que los 4 primeros clasifican automáticamente, mientras que el quinto sudamericano irá a dos partidos de definición con el quinto del grupo asiático, que fue Jordania. 
Un traspié de colombianos o chilenos en el apasionante duelo del día 11, permitiría igualmente a cualquiera de los 2 equipos mencionados abrochar el viaje a  Brasil el martes  15, en la última jornada de este grupo, cuando los nacionales enfrenten a Ecuador y los colombianos a Paraguay.

Versiones de prensa escrita, hablada y televisada confirman que hay  enorme expectación en tierras colombianas, ante la inminencia de una consagración del equipo dirigido por el argentino Néstor Pekerman, el cual con tan solo un empate aseguraría  su concurrencia a la cita en suelo brasileño, lo que sería un legitimo premio a uno de los equipos estrella en esta larga serie de cotejos.
En tanto, de lograr en el difícil escenario de Barranquilla aquella igualdad, Chile quedaría también muy cerca de la clasificación. Para qué decir; si Chile derrotase a los colombianos, matemáticamente se inscribiría en el magno evento.

A los futbolistas chilenos les inquieta el que sería calor sofocante a la hora del encuentro, lo que en caso alguno justificaría una excusa de tener un desenlace insatisfactorio.