jueves, septiembre 28, 2006

Apellido de Supermercado

Recordaba en otro post, la época en que yo trabajaba simultáneamente en televisión, radio y un diario, aparte de ser libretista del Servicio Alemán de Documentación, de la Embajada de Alemania. Fueron años muy buenos en desarrollo profesional y económico. Pero lo que quedó "para el chanchito", lo perdí en gran parte por la debacle de los Fondos Mutuos, que tuvo lugar a comienzos de la década de los 80.
Como miles de chilenos, invertí en esos instrumentos, confiando en la solidez del sistema. Incluso una semana antes del derrumbe, un ex triministro de Estado, llamaba en inserciones en la prensa, a depositar en determinados papeles de esa especie, aduciendo factores de "tranquilidad, seguridad y confianza" y para mayor claridad firmaba aquella propaganda, como Presidente de una entidad financiera.
De modo que en tiempos en que trabajé por factores de juventud, prestigio y moda más y mejor que nunca, la mayor parte de lo invertido como remanente de tanto esfuerzo de sol a sol y de lunes a domingo, se hizo agua de un plumazo.
Afortunadamente no quedé en la miseria, como miles de otros incautos que perdieron toda su jubilación o todos sus logros, de años de intensa labor.
Es una historia que me ha hecho recordar por décadas a aquel personaje, supuestamente experto en finanzas, que pese a haber estado plenamente al tanto de la catástrofe económica que se avecinaba, seguía invitando a invertir en aquellos fondos mutuos.
Al cabo de décadas, creo que fue en el último año de transmisiones de Radio Minería, me correspondió atender en calidad de editor de prensa, el llamado telefónico de un señor de apellido conocido. Apellido que coincide con el nombre de una cadena actual de supermercados, pero con una letra S. de yapa y con cremillas sobre una de las letras.
No lo podía creer. Yo estaba hablando con el mismo individuo que me hizo perder todo lo ahorrado en mi época de vacas gordas, y lo que es peor, significó la indefensión total de miles de personas que creyeron en su invocación a invertir por "seguridad, tranquilidad y confianza".
El sujeto en cuestión me solicitaba en su calidad de Decano de una Facultad de Economía, la promoción de una actividad próxima.
Tuve entonces una lucha interior rápida. Le decía lo que me atragantaba por años, o recordando que estaba atendiéndole como representante de Radio Minería, me guardaba conceptos y no personalizaba la conversación.
Finalmente primó mi disciplina funcionaria y no obstante mi falta de cordialidad con él, me tragué los improperios en su contra, que tenía almacenados por años.

miércoles, septiembre 20, 2006

Aurelio Rojas

Hace poco se produjo una disputa entre dos programas de televisión, al aire, lo que me recordó un hecho similar acontecido a comienzos de los 70.

Recién llegados a Radio Minería, Ruperto Estay, proveniente de la Balmaceda; John Smith, desde la filial en Viña del Mar; Alejandro Chávez, desde la de Antofagasta y yo, desde la Chilena, entre otros, creamos la Lotería Musical.

El citado concurso operaba sobre la base de 40 casilleros colocados en volantes, que se repartían por los barrios, debiendo los auditores llenarlos con el nombre de 40 canciones, que eran transmitidas durante todo el día, con su correspondiente numeración.

Por ejemplo, se anunciaba la canción número 4, La novia, por Antonio Prieto, o la número 25, Only you, por Los Platters.

La auditora o el auditor que completara primero la lista entera de las 40 canciones, recibía su premio mayor consistente en un refrigerador o una cocina, que le llevábamos a su domicilio en una de las camionetas de la radio, con animador incluído y toda la parafernalia del caso.

Pero, entre tanto, mientras no se completara el cartón completo, íbamos cada mañana y cada tarde a diferentes esquinas de la capital, a jugar Lotería Musical.

Ruperto Estay anunciaba que John Smith, o Alejandro Chávez o Esteban Lob, estaría en los próximos minutos con el Móvil de Minería en tal esquina de tal comuna, para efectuar el concurso respectivo.

Y era la locura. Ya no se trataba, como antes, de que el público iba al auditorio de la radio. Era la radio que iba hacia el público.

Hacia Ñuñoa o San Miguel, hacia Quilicura o La Cisterna, hacia Providencia o Estación Central, hacia Las Condes o Independencia.

¿ Cual es la canción número 30? ... Muy bien. Se ha ganado un champú de tal marca y una salsa de tomates de tal otra. ¿Y la canción número 29?... ¡Perfecto!. Se ha ganado un paquetón de mercadería que comprende tallarines de tal marca; conservas de tal otra; una radio portátil de tal marca y de tal tienda.

Era una fiesta, para la dueña de casa, para los avisadores, para nosotros.

Hasta que nos copiaron la idea. Descaradamente. Sin el menor rubor. Aparecieron los móviles de la Agricultura.

En vez de Lotería Musical era la Ruleta Musical. La canción nuestra número 24 era Sufrir con Los Quincheros y la 24 de la Agricultura era... cualquiera de Elvis Presley.

En el Móvil de la Agricultura, regalando sus productos a sus auditores estaba Aurelio Rojas.

Nos picamos, nos peleamos. Estábamos atentos adonde se ubicaría "la competencia". Nos colocabamos ahí mismo. En la misma esquina. Se juntaban los auditores de Minería y los de Agricultura. Había desconcierto total.
La canción 14 es Noviecita de abril por Leonardo Favio. ¡No, no, es La vida sigue igual por Julio Iglesias. ¿Pero cómo?. Dependía de quién gritaba más fuerte. Dependía de si era la canción de La Lotería Musical o de la Ruleta Musical.

Después de "las primeras escaramuzas" seguimos cada cual por su lado y tratando de no toparnos en las mismas esquinas. ¡Total, qué culpa tenía Aurelio si él cumplía ordenes!.

Al cabo de los años, el " enemigo" a vencer, ... llegó a Radio Minería. Pero yo... ya trabajaba en Radio Agricultura.
Estábamos con las camisetas absolutamente cambiadas. ¡Y tanto que habíamos luchado por un auditor más, en plena calle, casi " a grito pelado".

Y lo increíble pasó más adelante.En 1986, unos 15 años después de aquella refriega en la calle, volví a la Minería, para incorporarme entonces al Departamento de Prensa dirigido por Germán Gamonal. Y como locutor estaba mi antiguo "enemigo". Durante años nos reímos con Aurelio Rojas de nuestras disputas en los barrios, por un auditor más.

No hace mucho murió Aurelio. Muy prematuramente. Mucho más joven que yo. Y también se han ido Ruperto Estay, mi padrino de matrimonio, y John Smith. ¿Valió la pena, en su momento, tanto encono, tanta rabia?.
¿Valió la pena la llamada entonces por la prensa especializada (Revista Ecrán y Revista Ritmo) "guerra de los móviles"?.

Claro que no valió la pena.

sábado, septiembre 16, 2006

Familia

Me voy a separar, porque a mi marido los fines de semana sólo le interesa el fútbol.

Así nos dijo en Radio Minería, en la década de los 90, una compañera en el Departamento de Prensa.

Entonces pensé:

Me salvé de una grande, porque si es por eso, mi señora se debería haber separado de mí, al mes de casados.

Sobre este punto, quiero reflexionar.
Se dice que si los padres pasan la mayor parte del tiempo fuera de la casa, los niños se crían desapegados, faltos de cariño, proclíves a las drogas y se convierten en malos estudiantes.

Expongo mi caso, no como autoreferencia, sino como demostrador de que aquello no siempre es efectivo.

Hubo años en que yo trabajaba desde las 6 de la mañana, hasta pasadas las 10 de la noche, entre Radio Minería, Canal 9 de la Universidad de Chile, el Servicio Alemán de Documentación de la Embajada Alemana y el diario El Cronista, como se llamaba La Nación durante un tiempo. Y eso era de lunes a viernes, porque los fines de semana y los festivos estaba en la transmisión del fútbol por radio y la labor en Canal 9, que significaba hacer las entrevistas deportivas, ir a los estudios de la tele a editar y luego presentar todo al aire.

Dije en un post anterior que cuando aún no se conocía en Chile el video, todo el trabajo había que hacerlo en telecine, por lo cual yo debía asesorar al técnico en la parte deportiva, en cuanto a donde cortar la película, pegarla con otra escena, etc. Y todo esto se realizaba con scotch. Simplemente con scotch.

En tanto, mi señora trabajaba como abogado de una empresa estatal durante todo el día, pero a eso de la una de la tarde se daba maña para viajar, mientras los otros almorzaban, desde el centro de la ciudad hasta avenida Pedro de Valdivia, para retirar a mis tres niños del colegio, llevarlos a nuestra casa, entonces situada en avenida Presidente Riesco en la comuna de Las Condes, comerse a toda velocidad un sandwich porque no había más tiempo, y volver rauda a la oficina.

Gracias a Dios, el epílogo de esta historia tiene hoy a mi hija mayor, María Teresa, como abogado; Paulina, como dentista y Mauricio como periodista.

En el caso de Mauricio, me acompañó desde muy niño a las transmisiones deportivas, iniciándose luego, siendo todavía estudiante de la Universidad Diego Portales, como informador de cancha.
Claro que él debía decir "atento Esteban" y yo contestarle "adelante Mauricio" y no como se podría suponer "atento papá"..."adelante hijo".

Hoy, en el otoño de mi vida, como dice la canción, veo con alegría que en este caso la familia no se disgregó por los respectivos matrimonios de los hijos, sino que se ha fortalecido al través de los nietos y del entrañable cariño recíproco, que echa por tierra la especie de que los tiempos modernos necesariamente separan a los padres de los hijos desde la infancia, por imperio de las largas distancias entre trabajo y hogar... por la lucha despiadada por la vida...por el cansancio al llegar a casa...por la escasa permanencia diaria en ella por parte de los padres...por las tentaciones externas... por...por...por.

Cuando leí hace poco que una animadora de televisión reprochaba a su marido el haberla dejado sola con sus niños durante más de un mes, a causa del mundial de fútbol, agregando que nunca lo iba a permitir nuevamente, me puse a meditar que yo debo haberme sacado la lotería. En su momento, por razones profesionales también debía estar fuera del país hasta por dos meses, como en el caso de otros mundiales de fútbol, pero mi señora no me cortaba las alas y, por el contrario, me alentaba.

Hay que tener suerte, claro, pero también contar con mucho amor, mucha entrega. Con ello se puede vencer al fantasma de la crísis matrimonial y el posible desbande de los hijos. El tiempo en familia podrá ser escaso, pero hay que aprovecharlo a concho. Por lo demás es una cuestión vocacional, porque más allá de su condición de profesional exitosa, mi esposa se sentía y se siente mucho más felíz en la cocina, preparando algo rico.

Esto también desmiente aquello de que las mujeres de horizontes más amplios, aborrecen necesariamente las labores domésticas.

Hasta en ese punto, tengo suerte.

sábado, septiembre 09, 2006

Todo tiempo pasado...¿Fue mejor?

Ya quisiéramos los que hacíamos televisión en los años 60 y 70, haber contado con la cantidad de apoyo que existe hoy, para la realización de los programas. Recuerdo un partido de fútbol en diferido que yo relataba en el Canal 9 de la Universidad de Chile, en que iniciada la transmisión en off y dado que ya no se necesitaba cámara, desapareció del set todo el mundo, quedando solo con mi micrófono observando el encuentro por el monitor. En un momento tuve necesidad de hacer un reparo técnico, por lo que caminé cerca de 50 metros hasta encontrarme con el ser humano más próximo, a quien le hice valer mi inquietud tapando el micrófono y hablando bajito, para que se la hiciera llegar al director del programa. En tanto el partido seguía de lo mejor.

Pero pese a tantas carencias propias de la época, nadie decía lo que hoy es muy común: "hasta hace 15 minutos Colo Colo le estaba ganando a Everton 2 a 1". Pese a todos los adelantos, se producen esas situaciones que nosotros solucionábamos en nuestros tiempos por el simple expediente de que alguien en el set tuviera en su oreja una radio portátil e hiciera las señas correspondientes al movimiento del marcador, por mucho que uno estuviera en cámara. Eramos menos, pero no nos despreocupábamos tanto de nuestra labor, como hace unos días cuando en el noticiario del 13 cable, se dijo que el ganador del partido entre Fulano y Zutano "a jugarse mañana" será rival próximo de Fernando González. Sucede que ese encuentro se había efectuado dos horas antes y en las radios, con mayor razón en Internet, ya habían informado del resultado.

En esa época romántica de la televisión chilena, me aprestaba para conducir el programa deportivo de la noche. Pero yo debía seleccionar el material, hacer el esquema y conseguir los entrevistados. No solo conseguirlos, sino llevarlos y traerlos de vuelta, sin ningún presupuesto para el efecto. En vista de ello, recuerdo que tras relatar un partido internacional por la Radio, contacté a tres jugadores del equipo brasileño que acababa de jugar y los invité al programa del Canal 9, que en ese entonces tenía sus estudios en Chile Films, donde hoy funciona Red Televisión. Pero no bastaba.

A la hora convenida los fui a buscar a su hotel, los transporté en mi citroneta, pasamos todos por maquillaje, me preocupé del resto de la trama del programa, luego hice la presentación en cámara, entrevisté a los brasileños, enseguida nos sacamos el maquillaje y los lleve de vuelta en mi misma citroneta a su hotel. De este modo, a pulso, con buena voluntad y amplio despliegue personal se hacía televisión en Chile por 1965, aproximadamente.

Además de hacer el programa deportivo, yo leía las noticias. Pero la cantidad de cámaras era muy escasa en ese entonces en el Canal. Por ello no debería haberme extrañado, aunque en verdad sí fue un espanto, cuando a segundos de salir al aire para dar el informativo una noche, en ese entonces más con cartones que con telecine(todavía el video no había llegado a Chile), y al decirle al camarógrafo " apaga esa luz", este me replicó que no disponía de otra cámara y que estaba usando una de exteriores, con iluminación incorporada. En resumen, tuve que leer los entonces 20 minutos de noticias, absolutamente encandilado.

Esa carencia de colaboradores para los programas de TV, también era patente en Radio. Por más de 25 años hice en Chilena, Minería, Agricultura, Nacional y Carrera un programa matinal denominado inicialmente Enfrentando el Día y luego Saludando al Día. Contenía lectura de titulares, chistes, (envíe chistecillos y gane Ambrosolillos) comentarios deportivos, actualidad, personajes, (Don Otto, Puntito, Nasalito, etc.) la campaña del Viernes... que se transmitía todos los lunes (levántese de buen ánimo, hoy no es lunes, hoy es viernes, caramba) y todo... pero absolutamente todo era creación individual diaria, sin productor, sin ayudante. Así se estilaba entonces. Para bien o para mal.

Actualmente en nuestra televisión, a las l8 horas, hay un noticiario con un gran conductor central, Felipe Vidal, pero que en el aspecto deportivo el comentarista de la especialidad nos deja en la total indefensión, cuando dice lindezas del tipo "la UC enfrentará a Universidad Católica" y luego al presentar los goles, en medio de risas, hace alusión a alguno de los trabajadores del canal, cuyo apellido coincida con el de uno de los futbolistas, lo que podrá resultar muy entretenido para consumo interno, pero que al público televidente le desconcierta y desorienta, sobretodo si se habla del primer gol de un partido, luego que en pantalla ya han aparecido cuatro.

No queremos defender aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, porque no es verdad, pero está claro que no obstante las carencias materiales de hace décadas en los medios, teníamos un respeto por el público, en muchos casos, bastante mayor.

lunes, septiembre 04, 2006

Radio Cronos


Nunca trabajé en Radio Cronos. Se trataba de una emisora, de corta vida en el dial capitalino, que solamente daba la hora. Nada más. Y lo hacía cada minuto. Entre tanto se pasaba publicidad. De modo que la sintonía lógica de la emisora, por auditor, era máximo de 60 segundos. No había razón para escucharla después de eso. Por lo tanto, grande fue mi asombro al llegar por esa época, mediados de la década de los años 60, a la casa de la que entonces era mi polola y es desde casi 37 años mi esposa, y oír de fondo la mencionada Radio Cronos por el resto del tiempo de mi permanencia aquel atardecer, en la vetusta casona del barrio de la Plaza Brasil, en la capital. Acontecía que el padre de la niña por mí pretendida, enchapado absolutamente a la antigua, consideraba que era impropia la visita de un extraño(para él) en horario tan avanzado del día. Estamos hablando de minutos después de las 20 horas.¡¡¡¡¡¡!!!!!. Por ello, don Jorge ponía la Radio Cronos a todo volumen desde el segundo piso de la residencia, para que el moscardón que en la planta baja conversaba con su hija, se cerciorara que ya era muy tarde, por lo cual debía emprender la retirada. Pero sucede que ese moscardón, que era yo, no captaba la indirecta y pensaba en cómo era posible que alguien sintonizara la Cronos por tanto rato.