Este post ya fue publicado en junio de 2009
Pequeñas angustias del inmigrante
Cuando sé de los problemas de entendimiento que tienen quienes se ven obligados a cambios abruptos de país, pienso en mi propia infancia.
Recién llegados a Chile desde la Alemania de Hitler, a mis pocos años entendí mejor el castellano que mis padres.
Recuerdo que mi mamá me pagaba la simbólica suma de dos pesos que no alcanzaba ni para un dulce, con tal que yo le enseñara el idioma.
Mi convencimiento acerca de que lo dominaba bien se iba al tacho en las salas de clase.
“¿Qué hicieron ayer domingo niños?” decía la profesora. “A ver...tú Stefan” (todavía yo no asumía mi condición de Esteban).
“Ayer--debo haber pronunciado la ere al más puro estilo germano--fuimos a ver a unos amigos de mis papás, llegados en el mismo barco, que viven en Cólina”.
La respuesta generaba sonoras carcajadas en todo el curso.
Se trata de una localidad situada a pocos kilómetros al norte de Santiago, que en verdad es COLINA y no Cólina como yo la mencionaba, repitiendo la forma en que la nombraban mis padres.
El bochorno me irritaba y al llegar a casa reprendía a mis progenitores por “el delito” de no saber ellos acentuar debidamente el nombre de aquella comuna.
También recuerdo que cerca de mi casa de entonces había una calle- en verdad todavía la hay- que se llama Mar del Plata.
Al referir en mi curso que para venir al colegio debía pasar por Ma del Plata, sin ere porque mis padres no la pronunciaban, las carcajadas se multiplicaban.
“¿Qué hicieron ayer domingo niños?” decía la profesora. “A ver...tú Stefan” (todavía yo no asumía mi condición de Esteban).
“Ayer--debo haber pronunciado la ere al más puro estilo germano--fuimos a ver a unos amigos de mis papás, llegados en el mismo barco, que viven en Cólina”.
La respuesta generaba sonoras carcajadas en todo el curso.
Se trata de una localidad situada a pocos kilómetros al norte de Santiago, que en verdad es COLINA y no Cólina como yo la mencionaba, repitiendo la forma en que la nombraban mis padres.
El bochorno me irritaba y al llegar a casa reprendía a mis progenitores por “el delito” de no saber ellos acentuar debidamente el nombre de aquella comuna.
También recuerdo que cerca de mi casa de entonces había una calle- en verdad todavía la hay- que se llama Mar del Plata.
Al referir en mi curso que para venir al colegio debía pasar por Ma del Plata, sin ere porque mis padres no la pronunciaban, las carcajadas se multiplicaban.
Qué lejanos están esos tiempos, pero los traigo al presente como una pequeña muestra de los malos momentos que el cambio de idioma genera en traslados de país y continente, con reacciones espontáneas en el caso de niños, que por cierto no dominan sus impulsos, carentes los pequeños de cualquier atisbo de hipocresía o de diplomacia.
Por cierto fueron situaciones mínimas que no me dejaron grandes huellas en lo emocional y que claramente no tienen la connotación de auténticos dramas de convivencia en tierras distintas, que experimentan miles y miles de refugiados, tanto niños como adultos.
20 comentarios:
Me imagino por lo que debes haber pasado,los niños son a veces muy crueles. Felizmente no te dejo huella profunda, amigo mio.
Dime, por curiosidad, ¿Que hacias con los dos pesos que te daba tu mama?
Gracias Esteban por compartir ésto tan importante en tu vida y a de tus padres. Evidentemente estas vivencias a la personas temperamentales les constituyen un desafío y una riqueza de sabiduría finalmente par comprender a otros. Te comparto que tres de mis hijos viajaron a diferentes países abriéndose rumbo, uno de los cuales falleció en un accidente de viaje a trabajar en los Estados Unidos. Tengo contacto directo con amigos extranjeros de mis hijos y muchas historias sobre los hombros que me hacen entenderte bastante a pesar de que nunca es lo mismo que estar en tu lugar. Gracias Esteban, me gustó leerte y me siento mas cerca que hasta ahora. UN ABRAZO DE HERMANO.
Siempre he considerado muy valientes a quienes dejan todo lo conocido por adentrarse a un mundo nuevo. Más aun en tiempos antiguos, en que la información era escasa y era poco lo que se sabía del lugar de destino.
Acabo de ver los documentales de la National Geographic sobre la Segunda Guerra Mundial y considero que el Apocalipsis va dentro de cada uno esté donde esté, pero comenzar de nuevo es lo que vale.
Cyrano:
Jaja. Juntaba otros dos y ahí sí que me compraba dulces.
Lao:
Como ves los argumentos de película, muchas veces son excedidos por la vida real, estimado poeta.
Gabriela:
Así es. Y la demora en el traslado en barco "con lo puesto" para ir rumbo a un destino incierto, no era cosa menor, pero mucho mejor que no haber podido salir del infierno.
Alejandro:
En mi caso, a mi edad, (llegué a los 3 años a Chile), no sufría por cierto las angustias y sobresaltos de mis padres.
jaja, mi tío Herbert Wroblewski (debe haber llegado a Chile tipo 1936 o 38), estaba chiquito y decía a su papá (en alemán): "esta gente es tan tonta que no me entiende" Jaja Al revés!
de una sra. amiga cuya familia, después de la Guerra se vino de Niedersachsen a Rheinland, se reían los ninos en el colegio de cómo hablaba... porque la S la pronunciaba con S y no como Sch;) Jaja
Marta:
Otra señora llegó de München a Chile y en el Registro Civil le pusieron nacida en Mulchén.
La espontaneidad de los niños te irritaron en su momento, seguro que ahora son solo anécdotas y parte de la vida que te formó y te hace ser como eres: "exquisito".
Un abrazo mi querido Stefan!
Cheluca:
Eres como siempre extremadamente amable y cariñosa, amiga.
Son, después de todo, gratos recuerdos de tu infancia, situaciones cotidianas que no pasaron a mayores y que hoy nos compartes con grata nostalgia.
Abrazos.
Mi abuela nacio en Split (Spalato creo que tambien llamada en ese momento), Croacia... en 1925 y llegó en la década del 30' por acá, sin saber nada de nada de castellano y pasó horrores. Ni hablar una amiga de ella, ucraniana, que vino hace casi 85 años al país, que bueno, aprendió el castellano, pero de manera menos fluída.
Otro problema es para nosotros los que hablamos castellano, aprender el idioma que se te ocurra... cagamos fuego, lo que nos cuesta...
saoudos
Rafael:
Efectivamente. A estas alturas de la vida, es grata nostalgia.
Tocayo:
Sí. Sobretodo para pronunciar palabras que empiezan con consonantes.
Linda entrada, me gusta almacenar recuerdos ajenos, con el tiempo se mezclan con los propios y así uno vive más.
Yo tuve compañeros de todos los colores, pero no era muy de burlarme, más bien se burlaban ellos de mí.
Saludos.
D10:
Al final de cuentas, en cualquier circunstancia, los niños serán siempre burladores y...burlados.
(Me alegro que no hayas cerrado tu blog)
Entiendo a lo que te refieres, estimado Estaban.
Justamente mi Mauricio conversaba hoy conmigo acerca de las dificultades que tuvo con sus condiscípulos pues éramos inmigrantes. Expresaba que esas situaciones le mortificaron en su momento pero que le ayudaron a crecer intelectualmente.
Tu manera de escribir es muy agradable, podrías publicar un libro con todas esas maravillosas anécdotas; me anoto para comprarte uno :)
Un gran abrazo
Rud:
Te agradezco tu amabilidad, querida amiga colombiana. Lo más probable es que nunca escriba ese libro, pero reconforta saber que lo que ponemos en nuestros blog, tenga tan buena recepción.
Justamente vi un video http://www.youtube.com/watch?v=Xyp7xt-ygy0&feature=colike
Donde habla lo difícil que es hablar el español pues una palabra tiene múltiples definiciones. Saludos Esteban desde Lima Perú.
Jorge:
Efectivamente, amigo...como también es muy difícil para alguien que habla castellano, aprender alemán, idioma que tiene palabras compuestas tipo Fussballweltmeisterschaft.
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