Chile-España, 2 partidos en uno

Como a miles y miles de compatriotas, el partido entre España y Chile jugado hoy en la ciudad suiza de Sankt Gallen me dejó un amargo sabor.
Y que no me vengan con la vieja cantinela de que los resultados en amistosos no importan.
Ganar o hasta empatar con el campeón del mundo es muy diferente a perder con el equipo hispano, cosa que nos ocurre generalmente.
No entiendo como Chile pudo hacer un primer tiempo notable y un segundo deplorable.

En los 45 minutos iniciales no solamente estábamos en ventaja 2-0 con los golazos de Isla y de Eduardo Vargas, sino que, además, pudimos hacer otros dos goles y al rival lleno de pergaminos lo teníamos sin pelota, porque los nuestros administraban con talento factores de defensa y ataque.
Pero en la etapa final nos cambiaron a Chile, por mucho que Claudio Borghi, nuestro entrenador, haya creído que era obligación hacer los seis cambios que autorizaba este amistoso, con lo que se desvirtuó el sentido de equipo y se minimizó la jerarquía del espectáculo.Aparte que nos desordenó más todavía.
Los chilenos se olvidaron de todo su brillante cometido de la primera fracción.

Al portero Reina, que reemplazó a Casillas en el arco español, solamente lo vimos en un cabezazo que realizó fuera de su área para apoyar a un compañero, en la soledad de su mitad de cancha(los nuestros estaban todos a distancia enorme), y tratando de separar a los contendientes de arrestos pugilisticos en la gresca final. Tan poco llegó Chile al campo hispano en ese período.
Y, claro, el martilleo incesante de un adversario que por algo tiene la prosapia que le conocemos, significó el descuento de Iniesta, el empate de Fábregas luego que los nacionales se quedaron reclamando una infracción inexistente y, al filo de los 90 minutos, el otro gol de Fábregas, tras un rebote que dio el arquero Bravo luego de atajar un penal al mismo jugador.

Ese tiro desde los llamados 12 pasos, se produjo luego de una notable actuación digna de Hollywood de Arbeloa, quién se inventó el penal supuesto de Meneses, quién ni lo tocó, pero en descargo del árbitro suizo Laperriere, en la transmisión televisiva, antes de las repeticiones, también me pareció penal. Luego quedó en claro la simulación exitosa y la ausencia de infracción. Pido el Oscar para Arbeloa.
En suma, Chile si es capaz de jugar como en el primer tiempo, no se puede permitir jugar tan mal como lo hizo en el segundo.

Para los que actuaron en el primer tiempo por los nuestros , usando un término acorde con nuestro adversario, pido oreja y rabo, menos para Jorge Valdivia quién cree que si no hace un lujo con la pelota no vale.
Pero por lo de la segunda fracción ni oreja, ni rabo, ni siquiera una mención honrosa, circunstancia agravada por la inexplicable violenta acción de Pablo Contreras que le valió su justificada expulsión.